No podemos dejar de reír: Cómo Isaac cambió el destino de Israel

mayo 29, 2025
The Milky Way as seen in the Negev desert (Shutterstock.com)
The Milky Way as seen in the Negev desert (Shutterstock.com)

Con estas palabras, Dios hizo una promesa extraordinaria a Abraham: una promesa que se había repetido y enfatizado a lo largo del Libro del Génesis. Sin embargo, a medida que Abraham envejecía, se debatía con la duda: “Señor soberano, ¿qué puedes darme, puesto que sigo sin tener hijos?”.(Génesis 15:2). La tensión entre la promesa de Dios y las realidades del envejecimiento humano está en el corazón del Génesis, consumiéndose capítulo tras capítulo a medida que Abraham y Sara envejecen, sus cuerpos fallan, sus esperanzas se desvanecen. Y entonces, contra todas las reglas de la biología, nace Isaac.

La mayoría de los milagros no reciben el mismo nivel de atención que el nacimiento de Isaac. Por ejemplo, la Biblia menciona brevemente que la madre de Moisés, Yoqueved, era hija de Leví(Éxodo 6:20), ¡lo que significa que tenía aproximadamente 200 años cuando dio a luz a Moisés! Sin embargo, la Biblia apenas menciona este increíble milagro. Está claro que algunos milagros reciben más atención que otros, y el nacimiento de Isaac el que más.

¿Por qué el drama de la falta de hijos de Abraham y Sara ocupa un lugar tan central en el Génesis, recibiendo más atención que muchos milagros aparentemente mayores?

Abraham y Sara habían llegado a lo que parecía el final de su historia. Habían logrado mucho y habían seguido fielmente a Dios, pero no tenían hijos y su futuro se hallaba en un callejón sin salida.

Pero entonces llegaron tres misteriosos desconocidos -ángeles de Dios- y visitaron a Abraham. Uno declaró: “Volveré a ti por estas fechas el año que viene, y Sara, tu mujer, tendrá un hijo”(Génesis 18:10). Sara, que escuchaba desde la entrada de la tienda, se echó a reír. Su risa no era cínica, sino una expresión de puro asombro, una reacción ante una noticia que desafiaba toda expectativa natural.

Esta risa, este asombro, es la clave de toda la historia. El bebé se llama Itzjak, Isaac, que significa “se reirá” en hebreo. Representa la sorpresa y el asombro. Lo que parecía acabado renace de repente.

El nacimiento de Isaac recibe tanta atención en el Génesis porque es mucho más que un milagro individual. Su llegada, aparentemente imposible, estableció el patrón definitorio de toda la historia nacional de sus descendientes para siempre. La Biblia hace hincapié en este nacimiento porque revela la pauta que marcaría toda la historia de Israel: la muerte seguida del renacimiento, la extinción seguida de la renovación, lo imposible convertido en realidad.

El nacimiento de Isaac revela que Abraham y Sara no fueron la conclusión de una historia, sino su introducción. Se convirtieron en el patriarca y la matriarca de una gran nación que desafiaría las expectativas naturales y las probabilidades históricas. Abraham no era sólo un pastor nómada cuyo linaje llegaría a su fin; se convirtió en padre de multitudes, exactamente como Dios había prometido. Sara no era sólo una mujer estéril cuyo vientre estaba muerto; se convirtió en la madre de la nación del pacto cuyos descendientes serían tan numerosos como las estrellas.

Este patrón de “renacimiento imposible” ha definido la historia judía a lo largo de milenios. En 586 a.C., Jerusalén cayó y el Templo fue destruido. El pueblo judío fue exiliado a Babilonia y su existencia nacional pareció acabada. Sin embargo, setenta años después, regresaron y reconstruyeron. Itzjak. Se reirá.

En el año 70 d.C., los romanos demolieron el Segundo Templo y aplastaron brutalmente la independencia judía. Los supervivientes fueron vendidos como esclavos y dispersados por todo el imperio. La soberanía judía en su patria pareció extinguirse definitivamente. Sin embargo, el pueblo resistió, preservando su identidad, fe y esperanza de retorno durante dos mil años. Itzjak. Se reirá.

En la década de 1940, un tercio de la población judía mundial fue asesinada sistemáticamente en el Holocausto. Comunidades judías que habían existido durante siglos en toda Europa fueron completamente erradicadas. Sin embargo, tres años después de la liberación de los campos de exterminio, nació el Estado de Israel. Yitzchak. Se reirá.

Esta esperanza desafiante encuentra su expresión en las palabras del profeta Jeremías:

Hoy leemos las palabras proféticas de Jeremías y las damos por sentadas. Miramos por las ventanas de nuestras casas y vemos grúas construyendo torres de apartamentos en Jerusalén. Hemos transformado pantanos y desiertos en tierra fértil, hemos resucitado el hebreo de lengua litúrgica a lengua viva y hemos construido una sociedad próspera en medio de una hostilidad implacable.

Pero cuando Jeremías pronunció estas palabras en el momento de la destrucción del Templo de Jerusalén, sólo podían sonar absurdas, igual que la promesa de Dios a Abraham parecía imposiblemente absurda. Y, sin embargo, Isaac nació, ¡y el pueblo de Israel volvió a casa!

Mientras escribo estas palabras, Israel lleva más de año y medio en guerra. Nuestros soldados están agotados y nuestra economía ha recibido una paliza. Hemos perdido a muchos amigos y vecinos preciosos, héroes que dieron su vida por defender. Y sin embargo, a pesar de todo, sabemos que llegará el día -más pronto que tarde- en que volveremos a reír, como hizo Sara.

Rabbi Elie Mischel

Rabbi Elie Mischel is the Director of Education at Israel365. Before making Aliyah in 2021, he served as the Rabbi of Congregation Suburban Torah in Livingston, NJ. He also worked for several years as a corporate attorney at Day Pitney, LLP. Rabbi Mischel received rabbinic ordination from Yeshiva University’s Rabbi Isaac Elchanan Theological Seminary. Rabbi Mischel also holds a J.D. from the Cardozo School of Law and an M.A. in Modern Jewish History from the Bernard Revel Graduate School of Jewish Studies. He is also the editor of HaMizrachi Magazine.

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