Cuando estaba en la escuela secundaria, asistí a una escuela pública durante dos años. Como única judía ortodoxa de mi escuela, destacaba. Aunque había otros alumnos judíos, ninguno guardaba el kosher, vestía modestamente ni celebraba todas las fiestas bíblicas como yo. Estos años fueron formativos para mi identidad. Llevaba lo que era -y sigo llevando- con orgullo a pesar de los desafíos. Algunos profesores mostraban un antisemitismo pasivo-agresivo (o tal vez sólo agresivo), los niños se burlaban de mí y perderme los actos sociales de los viernes por la noche debido a la observancia del Sabbat era a menudo una soledad. Sin embargo, despojarme de mi identidad nunca fue una cuestión. Mi fe era cimentadora, sana y crucial para dar forma a quien soy hoy. Bíblicamente, hay relatos en los que se oculta la identidad con intención -y por una buena causa-; en el caso de la reina Esther, formaba parte de un plan divino. Y creo que mi identidad «revelada» en la escuela secundaria formaba parte del plan de Dios para mí.
Pero, ¿cómo conciliamos esto con la creciente tendencia a ocultar la identidad judía en el mundo actual? ¿Es esto también parte del plan? ¿O podemos hacerlo mejor?
El relato bíblico de la reina Ester proporciona un poderoso ejemplo de ocultación estratégica de la identidad. Como se recoge en Ester:
Este acto de ocultación no fue un rechazo de su herencia, sino una decisión calculada que, en última instancia, condujo a la salvación de su pueblo. Es crucial comprender que, a veces, ocultar la propia identidad puede servir a un propósito mayor y no debe confundirse con abandonar las propias raíces.
El momento de revelación de Ester llegó en un momento crítico, cuando su pueblo se enfrentaba a una amenaza existencial. Había planes inminentes Arriesgando su vida al acercarse al rey sin ser invitada, reveló su identidad judía. Este acto de valentía tuvo como resultado el rescate del pueblo judío del genocidio, un acontecimiento que aún se conmemora durante la fiesta de Purim. La valentía de Ester demuestra cómo el acto de revelar en última instancia el verdadero ser de uno mismo, y en el momento adecuado, tuvo un resultado positivo de gran alcance y transformador.
Si avanzamos rápidamente hasta la actualidad, nos encontramos con un escenario diferente en el que se desenvuelve Sabra de Marvel, también conocida como Ruth Bat-Seraph. Creada en 1980 como representación de la identidad judía e israelí, Sabra se ha enfrentado recientemente a presiones para alterar su personaje, ocultando de hecho aspectos de su identidad original. En previsión de la próxima película de Marvel, Sabra ya no será una agente israelí encubierta. Será una agente rusa. Y a diferencia de la ocultación premeditada y divinamente orquestada de Esther, el posible cambio de identidad de Sabra es una respuesta al antisemitismo contemporáneo. Ella era su verdadero yo, y ahora tiene que cambiar.
Creo que hay posibilidades de que la historia de Sabra evolucione de un modo que se haga eco del viaje de Esther. Y quizá haya una sorpresa cuando se estrene la nueva película del Capitán América a principios del año que viene. En un escenario ideal, Sabra podría seguir un camino similar al de Esther, pasando de la ocultación a una poderosa revelación de su identidad. Imagina una historia en la que Sabra, como agente del Mossad, utilice sus habilidades únicas y su identidad para derrotar a los adversarios, de forma parecida a como Esther utilizó su posición para salvar a su pueblo. Quizá pensemos que es una espía soviética, pero en realidad es la nueva heroína del pueblo judío. Aspiracional, lo sé. Pero esta posible evolución podría servir de paralelo moderno a la historia de Ester, demostrando que revelar la propia identidad judía puede ser un acto de fuerza y heroísmo, capaz de provocar un cambio significativo.
Pero el contraste entre estas historias también pone de relieve una diferencia clave en sus respectivas épocas. Esther vivió en una época en la que no tenía defensores y estaba sola, guiada únicamente por su fe y su valor. Sabra, en cambio, existe en un mundo en el que los aliados pueden levantarse y hablar contra el antisemitismo. Aquí es donde el papel de los aliados cristianos resulta crucial en nuestro contexto moderno. A diferencia de la época de Ester, la comunidad judía se beneficia hoy del apoyo interreligioso. La voz, la solidaridad y la voluntad de los aliados cristianos de enfrentarse frontalmente al antisemitismo constituyen una poderosa fuerza de superhéroes en el mundo actual.
El viaje de la reina Ester a Sabra refleja la perdurable complejidad de la existencia judía. En el fondo, vemos en ambas historias la necesidad permanente de valor ante la adversidad y el poder potencial de revelar la verdadera identidad de uno mismo. Sólo es cuestión de si los que se ven obligados a enfrentarse a quiénes son en realidad, adoptarán una postura, revelando, no obstante, sus superpoderes.
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