«¡Abba (Padre)!»
Mi hijo pequeño entró corriendo en casa, con lágrimas en los ojos.
«Estábamos jugando al escondite», sollozó. «Y cuando lo encontraron, Samuel gritó a todo el mundo dónde me escondía».
Fue la primera vez que mi hijo probó la traición. En un arrebato inusitado de inspiración bíblica, me senté con él y le leí el Salmo 54, escrito después de que el rey David fuera traicionado por los zifitas.
¿Cómo reacciona el rey David ante la traición?
David tuvo una vida difícil. Pero quizá el aspecto más doloroso fue ser traicionado, primero por Saúl y luego por su propia tribu.
I Samuel 23:14-28 describe cómo David, fugitivo que huía del rey Saúl, que le perseguía, se había refugiado en el desierto de Zif, una ciudad del territorio de la tribu de Judá.
Cuando los zifitas se enteraron de que David se ocultaba en su territorio, acudieron al rey Saúl y le informaron del paradero de David. Saúl agradeció esta información y envió a su ejército para capturar a David. David se enteró de la traición de los zifitas y huyó al desierto de Maón, donde estuvo a punto de ser capturado por Saúl.
La gravedad de esta traición se insinúa en Salmos 54:5.
David describe a los zifitas como «despiadados» y engañosos. No tienen en cuenta a Dios y se comportan como «extraños», aunque son de su propia tribu. Se lamenta de que «busquen mi vida». En respuesta, David no se limita a pedir que le salven, sino que también pide juicio:
Dios escuchó la plegaria de David y le salvó de los zifitas. Milagrosamente, justo cuando Saúl se disponía a atacar, apareció un mensajero que le informó de que los filisteos estaban atacando y que le necesitaban en otro lugar del reino. David pudo huir, y más tarde reconoció la gracia y la salvación de Dios en este salmo.
En el Libro de Samuel, nos enteramos de que David contó con la ayuda de Jonatán, el hijo de Saúl. Esto era la antítesis de la traición de los zifitas. Jonatán amaba de verdad a David como a un hermano y estuvo a su lado en las buenas y en las malas. A pesar de ser consciente de que la consecuencia de que David se convirtiera en rey significaba que no sucedería a su padre en el trono, Jonatán reconoció que Dios había designado a su querido amigo David como próximo rey de Israel. Mostrando gran admiración por su amigo y sacrificio por el bien de la nación, así como por David, Jonatán expresó su deseo de servir a las órdenes de David. Jonathan es un modelo poderoso e inspirador, no sólo de un elevado nivel de amistad, sino también de un individuo dispuesto a hacer cualquier sacrificio necesario para hacer avanzar la voluntad de Dios y el bienestar de Israel.
Aunque David se sintió herido por los zifitas y pidió a Dios que le salvara y persiguiera a sus enemigos, su respuesta a la traición no es arremeter con ira. En lugar de eso, David trató de reconciliarse. Al final del Salmo, David se compromete a traer un sacrificio voluntario, también conocido como ofrenda de paz, expresando gratitud por la salvación de Dios y alabándole por Su bondad.
En este doloroso episodio, David enseña una poderosa lección sobre cómo afrontar la traición. Ni perdona ni olvida. Pero en lugar de buscar venganza o estallar de ira, la traición de su compañero de tribu le enseña a valorar los verdaderos vínculos, como su amistad con Jonatán y su relación con Dios.