¿Le importan a Dios nuestras peticiones mezquinas?

septiembre 13, 2022
Old Jaffa port with the Tel Aviv skyline in the background (Shutterstock.com)

Hay una historia jasídica sobre un rey que se enfadó y desterró a su hijo, el príncipe. Al cabo de cinco años, el rey se arrepintió de sus actos y envió un mensajero para que devolviera a su hijo al palacio.

«Pero no quiero que se enfade conmigo cuando vuelva», instruyó el rey a su emisario. «Ofrécele un regalo, lo que quiera hasta la mitad de mi reino».

El mensajero buscó por todas partes hasta que por fin encontró al príncipe en un rincón lejano del reino. Vivía en la calle, vestido con harapos, hambriento y tiritando de frío. El mensajero explicó su misión al príncipe y le preguntó qué regalo querría antes de regresar a palacio.

«Si no es mucha molestia, me gustaría…». El príncipe vaciló. «Me gustaría un panecillo recién hecho con mantequilla.»>

Cada tres años (en el cuarto y el séptimo año del ciclo del diezmo), el diezmo va acompañado de una confesión verbal llamada vidui maaser (Deuteronomio 26:12-15, La Biblia de Israel, p. 501-502), en la que se declara que todos los diezmos han sido tomados debidamente. Tras la confesión, el judío declara,

Imagina la situación. La persona ha llevado sus diezmos al Templo Sagrado y está ante Dios. Y pide… un vaso de leche. Y quizá un poco de miel.

¿No debería estar pidiendo a gritos la redención? ¿Por la paz mundial? ¿Por el fin del sufrimiento?

No, quiere leche. Y miel.

En los momentos en que estamos más cerca de Dios, ¿cómo podemos pedirle un éxito material, una petición que parece trivial y mezquina?

El rabino Yekusiel Yehudah Halberstam (1905-1994, Rumanía), conocido como el Rebe de Klausenberger, aborda esta cuestión en su libro Shefa Chaim (La generosidad de la vida). Observa que la declaración que acompaña al diezmo se dirige a Dios como «mirando desde Tu Santa morada». El pueblo reconoce que Dios existe en Sus elevadas alturas, infinitamente distante de las necesidades mezquinas y mundanas del Hombre. Sin embargo, lo que es insignificante para Dios es vital para el hombre. Y Dios, Él mismo, promete bendecir a la nación con estas comodidades materiales, como se refleja en las palabras del final del versículo: «como juraste a nuestros padres».

Estas comodidades son necesarias para que puedan disfrutar de tranquilidad y serenidad para poder dedicarse a Dios. La declaración del diezmo pide a Dios que salve la enorme distancia entre el cielo y la tierra y cumpla todas las peticiones del hombre, grandes o pequeñas, para que puedan servirle adecuadamente.

Como señala el rabino, si no se satisfacen las peticiones de las necesidades materiales, una persona puede ser incapaz de servir a Dios adecuadamente. El hambre puede imposibilitar la oración. El malestar puede ser una distracción para cumplir la voluntad de Dios. De hecho, estas necesidades materiales son necesarias para seguir sobreviviendo.

En este sentido, las necesidades materiales se convierten en necesidades espirituales. Esto es, en esencia, tender un puente entre el cielo y la tierra.

Los ángeles no tienen necesidades físicas y, por tanto, no piden sustento material. Incluso sin sustento, los ángeles sirven a Dios. Pero Dios mismo creó al Hombre con necesidades para que acudiéramos a Él. Le pedimos a Dios que baje del cielo, donde no hay hambre ni carencias, y que se una a nosotros en nuestra lucha por existir en el mundo material para que podamos servirle como Él quiere ser servido.

Aunque al principio pueda parecer inapropiado y mezquino apelar a Dios para obtener éxito material y comodidad, en realidad fue Dios mismo quien prometió que nos proporcionaría éxito material y comodidad. Y puesto que Dios nos creó de un modo que nos obligaría a recurrir a Él para tener éxito en estos ámbitos, es por tanto apropiado y propio pedirle estas cosas.

Podemos aprender de aquí que lo que a uno le parece insignificante y trivial puede ser absolutamente necesario y vital para otro. Del mismo modo que pedimos a Dios que mire desde Su elevada morada y nos conceda lo que parece insignificante desde Su perspectiva, debemos hacer todo lo posible por ayudar a todos a satisfacer sus necesidades, aunque nos parezcan infantiles e intrascendentes.

Eliyahu Berkowitz

Adam Eliyahu Berkowitz is a senior reporter for Israel365News. He made Aliyah in 1991 and served in the IDF as a combat medic. Berkowitz studied Jewish law and received rabbinical ordination in Israel. He has worked as a freelance writer and his books, The Hope Merchant and Dolphins on the Moon, are available on Amazon.

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