La Sinfonía de las Siete Bendiciones

septiembre 2, 2024
The Anemone fields outside of Kibbutz Be'eri

El kibbutz Be’eri fue uno de los lugares más afectados por la masacre del 7 de octubre de Hamás. Con más de 100 ciudadanos asesinados y 30 tomados como rehenes, la reconstrucción del kibbutz va a ser un proceso emocional y arduo. Sin embargo, en el corazón del kibutz Be’eri, un lugar en el que aún resuena el eco de la reciente tragedia, Elad y Mika Dubnov se pusieron bajo la jupá. Su boda, la primera en Be’eri desde el 7 de octubre, fue algo más que una celebración personal: fue una desafiante afirmación de vida y continuidad frente a la devastación.

Cuando la pareja intercambió sus votos, las antiguas palabras de las Sheva Brachot, las siete bendiciones que se recitan durante la ceremonia nupcial, resonaron por toda la sinagoga. Estas bendiciones, arraigadas en milenios de tradición, encierran un profundo significado que habla tanto del viaje personal de la pareja como de la más amplia extensión de la historia judía.La tercera y cuarta bendiciones de las Sheva Brachot concluyen ambas con la frase «Yotzer Ha’adam» – «Creador de la humanidad». Esta repetición no es una mera redundancia, sino un reflejo de la creación en dos etapas descrita en el Génesis. El primer «Yotzer Ha’adam» recuerda la formación inicial de Adán: «Y creó Dios a la humanidad a imagen divina, creándola a imagen de Dios, creándola varón y hembra» .(Génesis 1:27).

La segunda evoca la creación de Eva: «Y el Señor Dios transformó el costado que había quitado al hombre en una mujer, y la trajo al hombre».

(Génesis 2:22).

Estas bendiciones pintan un cuadro de la creación humana que es a la vez unificado y diverso. Todos estamos formados a imagen divina, pero existimos como individuos distintos. Esta dualidad es la esencia del matrimonio: dos seres separados que se unen para formar un todo nuevo y unificado.

El concepto de «Yotzer Ha’adam» se refiere a la fusión de almas que se produce en un matrimonio judío. En el pensamiento místico, marido y mujer se consideran dos mitades de una sola alma, separadas antes del nacimiento y reunidas bajo la jupá. Esta idea hunde sus raíces en el propio relato de la creación:«Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Génesis 2:24).

Esta unión de almas no es sólo una abstracción espiritual: es una realidad vivida que requiere esfuerzo y dedicación continuos. Cada una de las Sheva Brachot ofrece una perspectiva distinta de este viaje:

  • La bendición sobre el vino simboliza la alegría y la santificación.
  • El reconocimiento de Dios como creador de todas las cosas nos recuerda nuestro lugar en el gran tapiz de la existencia.
  • Bendiciones 3 y 4. Las bendiciones sobre la creación de la humanidad ponen de relieve nuestros orígenes y potencial divinos.
  • La oración por la alegría de Sión conecta la unión de la pareja con la comunidad judía en general y sus esperanzas.
  • El deseo de felicidad de la pareja es un eco de la dicha primordial del Edén.
  • La bendición final espera la redención final, vinculando la alegría de la pareja a las aspiraciones mesiánicas.

Juntas, estas bendiciones forman una sinfonía de significado, que conecta lo personal con lo universal, el pasado con el futuro y lo terrenal con lo divino.

En el contexto de la boda de Elad y Mika, estas antiguas palabras adquirieron capas adicionales de significado. Su decisión de casarse en Be’eri, de recuperar la alegría en un lugar marcado por el dolor reciente, encarna la resistencia que ha caracterizado la vida judía a lo largo de la historia.

Cuando Avida Becher, que había perdido a su hijo y a su esposa en el atentado del 7 de octubre, se puso en pie para recitar la bendición «Yotzer Ha’adam», fue un momento de profunda conmoción. Se trataba de un hombre que había experimentado una pérdida inimaginable y, sin embargo, había encontrado la fuerza para celebrar nuevos comienzos. Su recitación de estas palabras no era sólo una bendición para la pareja, sino una declaración de fe perdurable en la continuación de la vida y en el pueblo judío.

La elección de los Dubnov de no sólo casarse en Be’eri, sino de establecer allí su hogar, es una poderosa declaración. Se hace eco de las palabras del profeta Jeremías, quien, aun previendo la destrucción de Jerusalén, proclamó la promesa de renovación de Dios:«Aún se oirá en este lugar… la voz de la alegría y la voz del gozo, la voz del novio y la voz de la novia» (Jeremías 33:10-11).

Este compromiso con la reconstrucción y la renovación está profundamente entretejido en el tejido de la tradición judía. Está presente en la costumbre de romper una copa bajo la jupá, que nos recuerda que, incluso en nuestros momentos de mayor alegría, recordamos las penas pasadas y los retos actuales. Pero también es un recordatorio de que de la ruptura pueden surgir la renovación y la fuerza.

Las Sheva Brajot, con su repetida afirmación de Dios como «Yotzer Ha’adam», nos recuerdan nuestra capacidad de renovación y crecimiento. Del mismo modo que Dios formó a la humanidad a partir del polvo de la tierra, insuflando vida a la materia inerte, también nosotros podemos encontrar la fuerza para insuflar nueva vida a los lugares desolados.

La boda de Elad y Mika en Be’eri es un testimonio de este espíritu perdurable. Al elegir celebrar su unión y construir su futuro en un lugar afectado por la tragedia, encarnan el mensaje de las Sheva Brachot: que el amor, la alegría y la esperanza pueden florecer incluso ante la adversidad. Su historia nos recuerda que el acto de crear un hogar judío no es sólo un hito personal, sino un eslabón en la cadena ininterrumpida de la continuidad judía, un cumplimiento vivo de la bendición «Yotzer Ha’adam».

La ceremonia de boda de Elad y Mika Dubnov, en el kibutz Be’eri.
Foto tomada de COLIVE.com

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Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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