Cada año, en el Séder de Pascua, las familias judías sirven cinco copas de vino, pero sólo beben cuatro. ¿Qué revela esta tradición centenaria sobre el viaje judío de la esclavitud a la libertad, y qué puede decirnos sobre la redención aún por llegar?
En Éxodo 6:6-8, Dios hace cinco profundas promesas de redención a los israelitas durante su esclavitud en Egipto:
Estas promesas divinas esbozan un viaje que abarca desde la libertad física hasta el propósito espiritual y el destino nacional, un viaje que continúa hasta nuestros días.
Las cuatro primeras promesas se conmemoran con las cuatro copas de vino en el Seder de Pascua: «Os liberaré»(vehotzeiti), «os libraré»(vehitzalti), «os redimiré»(vega’alti) y «os tomaré por pueblo mío»(velakachti). Las tres primeras describen etapas de liberación física: eliminación de la opresión, salvación de la esclavitud y redención «con el brazo extendido». La cuarta eleva esta libertad a un plano espiritual: la formación de una relación única entre Dios y el pueblo judío en el monte Sinaí, como se prometió en Éxodo 3:12: «Cuando saques al pueblo de Egipto, servirás a Dios en este monte».
Sin embargo, queda una quinta promesa: «Te introduciré en la tierra»(veheveiti). Esta etapa final representa la redención nacional completa en la Tierra de Israel, haciéndose eco de la promesa anterior de Dios a Abraham: «A tu descendencia asigno esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates»(Génesis 15:18). Aunque se realizó parcialmente con el establecimiento del Israel moderno, esta promesa sigue sin cumplirse en su sentido mesiánico último. En el Seder de Pascua, simbolizamos esto con la Copa de Elías: una quinta copa que se sirve pero no se bebe, representando nuestro continuo anhelo de redención completa. La copa lleva el nombre del profeta Elías, que, según el profeta Malaquías, anunciará la era mesiánica: «He aquí que yo os envío al profeta Elías antes de la venida del día grande y temible del Señor»(Malaquías 3:23).
Esta estructura de cinco copas -cuatro que bebemos y una que sólo vertemos- ilustra perfectamente dónde nos encontramos en el proceso de redención. Las cuatro primeras etapas se completaron en la antigüedad, mientras que la quinta sigue siendo una promesa futura. Por eso concluimos el Séder de Pascua declarando: «¡El año que viene en Jerusalén!». Expresa nuestra esperanza permanente en el cumplimiento de esa quinta promesa, cuando la redención sea completa en términos físicos y espirituales.
Las cinco lenguas de la redención cuentan así una historia que abarca el pasado, el presente y el futuro: desde el éxodo de la antigüedad hasta la era mesiánica que aún está por llegar. Mientras celebramos la redención ya experimentada, la quinta copa intacta sirve tanto de promesa como de desafío: la redención no consiste sólo en liberarse de la opresión, sino en construir un mundo digno de una liberación completa.
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