Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos tendrán un solo pastor; y andarán en mis ordenanzas y guardarán mis estatutos y los observarán. Vivirán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la que vivieron vuestros padres; y vivirán en ella ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos, para siempre; y mi siervo David será su príncipe para siempre. Haré un pacto de paz con ellos; será un pacto eterno con ellos. Y los colocaré y los multiplicaré y pondré Mi santuario en medio de ellos para siempre. Mi morada estará también con ellos; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y las naciones sabrán que Yo soy el Señor que santifica a Israel, cuando Mi santuario esté en medio de ellos para siempre. – Ezequiel 37:24-28
Este pasaje, como muchos otros que hemos visto, describe a la nación de Israel implantada de nuevo en la tierra de Israel, para no ser exiliada nunca más. Es demasiado fácil leer estos versículos a nivel superficial. Vemos una referencia al retorno de Israel a la obediencia. Vemos el retorno a la tierra, la restauración de la realeza del linaje de David, la reconstrucción del Templo, el retorno de la presencia de Dios para habitar dentro de Israel y, finalmente, el pasaje concluye con la difusión del conocimiento de Dios a las naciones.
Señalando al Levítico
Uno de los principios del estudio bíblico que debemos tener siempre presente es que la Biblia es autorreferencial. Esto significa que es frecuente que frases y pasajes de la Biblia remitan a otros pasajes. Al advertir estas conexiones, adquirimos una conciencia más completa de lo que la Biblia nos dice en realidad.
Considera el siguiente pasaje del Levítico:
Si andáis en mis estatutos y guardáis mis mandamientos y los observáis, os daré lluvias a su tiempo, para que la tierra dé sus productos y los árboles del campo den su fruto. En efecto, vuestra trilla os durará hasta la vendimia, y la vendimia hasta el tiempo de la siembra. Así comeréis hasta saciaros y viviréis seguros en vuestra tierra. … Me volveré hacia vosotros y os haré fructificar y os multiplicaré, y confirmaré Mi pacto con vosotros. Comeréis la vieja provisión y eliminaréis lo viejo a causa de lo nuevo. Además, haré Mi santuario entre vosotros, y Mi alma no os rechazará. También caminaré entre vosotros y seré vuestro Dios, y vosotros seréis Mi pueblo . – Levítico 26:3-5, 9-12
Este pasaje del Levítico abre los capítulos de las bendiciones y maldiciones de Israel, en respuesta a su obediencia o desobediencia a Dios. Ahora relee los versículos de Ezequiel que estamos estudiando. Está claro que Ezequiel utilizaba frases e imágenes de Levítico 26.
Compárense, por ejemplo, Ezequiel 37:27 y Levítico 26:12:
Una restauración completa
Al elegir repetir estas palabras y frases en su profecía, Ezequiel nos recuerda las promesas del pacto original en Levítico. Al hacerlo, Ezequiel subraya la plenitud de la restauración que describe. Ezequiel describe la futura restauración definitiva de Israel utilizando el lenguaje y las imágenes de las bendiciones originales de Dios en caso de que Israel fuera obediente a Dios.
¿Por qué es importante? Ezequiel vivió en la época del exilio, tras la destrucción del primer Templo. Era la primera vez que el pueblo de Israel experimentaba la destrucción y el exilio. Para la mayoría de las personas que vivían en aquella época, lo más probable es que temieran que ése fuera el fin de Israel como nación. Pero incluso para los que mantenían la esperanza de algún futuro para Israel, sin duda debían temer que, aunque Dios les mantuviera con vida para el futuro, lo más probable es que las cosas nunca volvieran a ser como antes. Es propio de la naturaleza humana que, cuando las cosas empeoran, nos resulte casi imposible imaginar que mejoren. Más difícil aún es imaginarlas volviendo al estado ideal, perfecto.
Imagina un matrimonio que atraviesa un momento difícil. Uno de ellos ha traicionado al otro. Hay enfado, rechazo, pérdida de confianza. Quizá incluso decidan separarse durante un tiempo. Para la parte culpable de la relación puede haber alguna esperanza de reconciliación, pero la posibilidad de que las cosas vuelvan a su estado ideal original, como si nunca hubiera pasado nada, es casi seguro que queda descartada.
Utilizando una serie de palabras y frases de las bendiciones del Levítico, las primeras bendiciones de Dios a Israel que suponen una obediencia total, Ezequiel envía un poderoso mensaje. La plena reconciliación no sólo es posible, sino que está asegurada.
En las relaciones humanas, la reconciliación completa suele ser imposible. Quedan cicatrices e imperfecciones. Pero no ocurre así con Dios. Su restauración nos devuelve a la relación ideal, sin imperfecciones, tal y como fue concebida originalmente.
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