Justicia, Justicia, Perseguirás

noviembre 4, 2024
The Supreme Court building in Jerusalem (Shutterstock.com)

Aún recuerdo la emoción del día de las elecciones cuando era niña. El aire fresco del otoño, el crujido de las hojas caídas bajo los pies y la ilusión de acompañar a mis padres a votar. El gimnasio de nuestra escuela primaria local, normalmente lleno de sonidos de pelotas de baloncesto que rebotaban y zapatillas que chirriaban, se transformó en un solemne templo de la democracia.

Los voluntarios, nuestros vecinos, atendían las mesas de registro. Mis padres explicaban pacientemente el proceso, con la voz baja por la reverencia que sentían ante el acto que iban a realizar. En aquellos tiempos, votar tenía algo de verdaderamente sagrado. Y entonces llegó el momento más sagrado. Uno que esperé durante todo el año: la codiciada pegatina «He votado», una insignia de honor que llevé con orgullo durante días.

Aquellos recuerdos de infancia me inculcaron un profundo aprecio por el proceso democrático. A medida que he ido creciendo, he comprendido que el poder de la democracia va mucho más allá del simple acto de votar. Se trata de nuestra responsabilidad colectiva en la formación de nuestra sociedad y en la elección de líderes que encarnen nuestros valores. Y un poco sobre esa dulce pegatina.

El concepto de liderazgo y gobierno ha sido objeto de contemplación durante milenios. En la Biblia, la parte que trata de los procesos judiciales proporciona un modelo para una sociedad justa, ofreciendo una sabiduría intemporal que resuena incluso en nuestro mundo moderno. En esencia, destaca la importancia de establecer un sistema de justicia, fijar normas elevadas para los dirigentes e implicar al pueblo en la selección de quienes les guiarán. Sin duda, algo a tener en cuenta en el día de mañana.

Uno de los aspectos más sorprendentes de esta sección bíblica del Deuteronomio es su énfasis en las limitaciones del poder. En la antigüedad, cuando los monarcas absolutos eran la norma, la Biblia introdujo una idea revolucionaria: incluso los reyes debían estar sujetos a la ley. Como leemos en Deuteronomio 17:18-20, se ordena al rey que escriba una copia de la ley para él y

Este concepto de liderazgo de servicio, en el que se recuerda a los que están en el poder su deber de servir en lugar de gobernar, es fundamental para una democracia sana. Nos reta a mirar más allá del carisma o de las promesas de beneficios personales a la hora de elegir a nuestros líderes. En su lugar, estamos llamados a buscar a quienes demuestren humildad, sabiduría y un compromiso auténtico con el bienestar de todos.

El difunto rabino Lord Jonathan Sacks amplió elocuentemente esta idea, señalando que «el judaísmo es un argumento a favor de la limitación, la secularización y la transformación del poder». En un mundo en el que la búsqueda del poder a menudo parece ser un fin en sí mismo, esta perspectiva ofrece una alternativa refrescante. Nos recuerda que el verdadero liderazgo no consiste en acumular autoridad, sino en utilizar la propia posición para elevar y dar poder a los demás.

A medida que se acerca otro día de elecciones, es crucial reflexionar sobre estos principios. El acto de votar es algo más que un deber cívico; es una afirmación de nuestros valores y aspiraciones compartidos. Cuando entramos en la cabina de votación, no sólo estamos eligiendo a individuos; estamos dando forma al carácter moral de nuestra sociedad.

Pero nuestra responsabilidad no acaba en las urnas. La democracia prospera cuando los ciudadanos siguen comprometidos, piden cuentas a sus dirigentes y participan activamente en el proceso de gobierno. Como nos recuerda la Biblia, la justicia debe perseguirse sin descanso:

Esta búsqueda de la justicia no es sólo para un juez con peluca y mazo. Nos llama a crear una sociedad en la que se valore a cada individuo, en la que se celebren las opiniones y en la que se protejan los valores intemporales.

En la última década, creo que se ha convertido en una segunda naturaleza para nosotros sentirnos cínicos respecto al proceso democrático. Podemos sentir la tentación de desentendernos, de ver la política como un juego de suma cero en el que el compromiso es debilidad. Pero esta actitud socava el fundamento mismo de la democracia. Como señaló el rabino Sacks: «El poder comparte. El no-poder busca concentrarse».

El verdadero liderazgo democrático requiere la valentía de escuchar las voces discrepantes, la sabiduría de buscar un terreno común y la integridad de mantenerse firme en cuestiones de principio. Exige que nosotros, como ciudadanos, abordemos nuestras responsabilidades cívicas con el mismo nivel de compromiso y reflexión.

Mientras nos preparamos para emitir nuestros votos, recordemos el sentimiento de asombro y responsabilidad que conlleva participar en este gran experimento de democracia. Busquemos líderes que encarnen los valores del liderazgo de servicio, que comprendan que su poder deriva de las personas a las que sirven y que responden ante ellas.

Y quizás lo más importante, esforcémonos por ser esos líderes en nuestras propias comunidades. Tanto si ocupamos un cargo electo como si no, cada uno de nosotros tiene el poder de influir en quienes nos rodean, de defender la justicia y de trabajar por una unión más perfecta.

Puede que la pegatina «He votado» sea una pequeña muestra, pero cuando nosotros (o nuestros hijos y nietos) la llevemos con orgullo, que nos sirva de recordatorio del trabajo continuo de la democracia, un trabajo que requiere nuestra atención constante, nuestro compromiso inquebrantable y nuestra esperanza perdurable.

En palabras del rabino Sacks, «Dirigir es servir». Que elijamos líderes que comprendan esta verdad fundamental, y que nosotros mismos tengamos el valor de encarnarla en nuestras propias vidas. Al hacerlo, honramos el legado de quienes nos precedieron y allanamos el camino hacia un futuro más brillante para las generaciones venideras.

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Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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