El Primer Ministro Benjamín Netanyahu se acercó al Muro Occidental el jueves pasado y deslizó un papel doblado en sus antiguas grietas. La nota contenía un solo versículo: “He aquí que el pueblo se alzará como un gran león”. Horas después, aviones israelíes atravesaron el espacio aéreo iraní, destruyendo instalaciones nucleares y aplastando a mandos militares en lo que las FDI denominaron Operación León Naciente, en honor al versículo elegido por Netanyahu.
¿Por qué Netanyahu seleccionó esta profecía específica cuando Israel se preparaba para atacar? ¿Y por qué la Biblia compara a Israel con un león cuando el reino animal ofrece innumerables ejemplos de poder y ferocidad? Los osos son más fuertes, los lobos cazan en manadas coordinadas y las águilas se elevan por encima de todos los enemigos. ¿Qué hace que el león sea el símbolo perfecto para el pueblo judío, y por qué importa esto mientras Israel aplasta a un régimen iraní empeñado en la aniquilación nuclear?
El profeta Balaam, contratado por los enemigos de Israel para maldecir al pueblo judío, se vio obligado por Dios a bendecirlo. Su primera profecía comparando a Israel con un león aparece en Números 23:24:
Este versículo describe a Israel en guerra: no a la defensiva, no disculpándose, sino totalmente comprometido con la victoria.
El rabino Naftali Zvi Yehuda Berlin, el Netziv, explica que el poder del león no procede únicamente de la fuerza física, sino de un sentido innato de la dignidad y el honor. Esta cualidad -que él denomina “elevación de espíritu”- impulsa a Israel a persistir hasta lograr la victoria completa. A diferencia de otros depredadores que luchan puramente por la supervivencia o la comida, el león entra en batalla con algo más: un inquebrantable sentido de la dignidad real.
Israel no lucha sólo para defender sus fronteras o proteger a sus ciudadanos, aunque esto tiene una enorme importancia. Israel lucha porque representa el honor de Dios en el mundo. Cuando Irán construye armas nucleares para “borrar a Israel del mapa”, ataca al propio nombre divino. La respuesta de Israel no procede del miedo, sino de esta dignidad leonina, de este rechazo a permitir que la reputación de Dios sea deshonrada por enemigos genocidas.
Esta distinción importa porque la guerra de Irán contra Israel trasciende la geopolítica o las disputas territoriales. Como declara el Salmo 83:5
Los Sabios reconocieron que este odio no sólo se dirige contra el pueblo judío, sino contra el propio Dios de Israel. Puesto que Dios se llama el Dios de Israel, aniquilar a Israel significa borrar Su nombre del mundo.
El programa nuclear iraní es el último intento de cumplir esta antigua promesa de aniquilación. Cuando los pilotos israelíes destruyen las instalaciones nucleares iraníes en la Operación León Naciente, luchan por Dios mismo. Por eso Israel muestra tanta tenacidad, tanto rechazo a aceptar victorias parciales o treguas temporales. Israel es el representante de Dios en la tierra y, como el león, no puede descansar “hasta que devore la presa y beba la sangre de los muertos”.
Pero la profecía de Balaam contiene un segundo pasaje que revela el propósito último de la lucha actual de Israel. Números 24:9 cambia las imágenes:
Aquí, el león no está cazando, sino descansando, pero sigue imponiendo un respeto absoluto.
El rabino Meir Wisser estableció una clara distinción entre estas dos fases de la naturaleza leonina de Israel. El primer versículo muestra a Israel en modo de batalla activa, “levantándose” para cazar y destruir a los enemigos. El segundo versículo muestra a Israel en reposo, pero con tal poder y dignidad demostrados que ninguna nación se atreve a perturbar su paz. La verdadera fuerza del león crea tal respeto que, en última instancia, reduce la necesidad de la guerra.
Esta progresión de Números 23:24 a Números 24:9 es un reflejo de la estrategia actual de Israel. El objetivo de la Operación León Naciente es aplastar las capacidades nucleares de Irán y lograr una victoria tan decisiva que los enemigos de Israel se aterroricen ante la idea de volver a provocar a Israel. Al devastar el programa nuclear iraní y aniquilar a la mayor parte de la cúpula militar de Irán, Israel está demostrando el tipo de fuerza abrumadora que hace impensable una futura agresión.
La comparación con el león también revela por qué los enemigos de Israel subestiman constantemente la determinación judía. Otras naciones ven un país pequeño rodeado de vecinos hostiles y suponen su vulnerabilidad. Confunden el deseo de paz de Israel con debilidad, sus debates democráticos con división, su moderación con timidez. Pero la Biblia advierte contra este error de cálculo. El león puede parecer dormido, pero “¿quién lo despertará?”. Incluso en reposo, el poder del león sigue siendo absoluto.
Irán cometió este error fatal. A pesar de décadas de amenazas, guerras por poderes y desarrollo nuclear, el régimen se convenció de que Israel carecía de voluntad para actuar con decisión. Confundieron los debates políticos en Jerusalén con una parálisis estratégica y las negociaciones diplomáticas del presidente Trump con debilidad. La Operación León Naciente hizo añicos estas ilusiones en una sola noche.
Números 24:9 concluye con un duro ultimátum que se aplica directamente a la respuesta mundial actual a las acciones de Israel: “Bendito el que te bendiga, y maldito el que te maldiga”. Las naciones se enfrentan a una elección binaria. Pueden permanecer junto a Israel y recibir la bendición, u oponerse al león de Israel y afrontar las consecuencias.
Líderes como el presidente Trump y el embajador Huckabee han elegido apoyar a Israel, y serán bendecidos. Pero aquellos como Tucker Carlson, el patético apologista de regímenes genocidas, e Ilhan Omar y Rashida Tlaib, viciosos que odian a Israel y celebran cada ataque a los judíos, han elegido ser maldecidos. Su futura vergüenza y caída están garantizadas.
El león se alza. Israel está aplastando las ambiciones nucleares de Irán, diezmando sus fuerzas indirectas y dejando al descubierto que sus amenazas son fanfarronadas vacías. Llegará el día, más pronto que tarde, en que Israel pasará de la fase de caza descrita en Números 23:24 a la fase de descanso prometida en Números 24:9, no por debilidad o compromiso, sino por la mano de Dios y la demostración abrumadora de Su fuerza.
El león de Israel ha despertado. ¡Qué privilegio presenciar cómo se cumple esta profecía ante nuestros ojos!