Hamás quería ruinas. Los judíos están construyendo un hogar.

julio 11, 2025
A traditional wedding canopy, in Israel

El 7 de octubre de 2023, Sasha Troufanov y Sapir Cohen fueron sacados del kibutz Nir Oz por terroristas de Hamás. Los arrastraron hasta Gaza, los separaron y los retuvieron en túneles subterráneos. El padre de Sasha fue asesinado durante el ataque. Sapir fue liberado en noviembre de 2023. Sasha fue abandonado -herido, aislado y encarcelado- durante 498 días. Le dispararon en ambas piernas, lo apuñalaron, lo golpearon y lo trasladaron de una celda a otra sin luz solar, sin contacto y sin otros israelíes. Era el infierno en la tierra.

Esta primavera, Sasha fue finalmente liberado. Y esta misma semana, él y Sapir se comprometieron.

Sería fácil leerlo como un titular esperanzador. Pero no se trata sólo de un hito personal, sino de una declaración teológica. Tras casi un año y medio de oscuridad, están optando por construir algo sagrado. No están fingiendo que el horror no ocurrió. Lo llevan consigo y construyen de todos modos.

Las Sheva Brajot, las siete bendiciones que se recitan bajo el palio nupcial y a lo largo de la primera semana de matrimonio, suelen considerarse formales o poéticas. Pero son más que ceremoniales. Estas bendiciones se elaboraron para decir algo radical: que el matrimonio judío es un acto de reconstrucción espiritual.

Toma la séptima bendición:

«Sos tasis v’tageil ha’akara, b’kibutz baneha letocha b’simcha. Baruj Atah Hashem, mesameaj Tzion bevaneha».
«Que la estéril se regocije y se alegre cuando sus hijos se reúnen alegremente con ella. Bendito eres Tú, Señor, que alegras a Sión por medio de sus hijos».

La estéril no es sólo una mujer sin hijos. Es Jerusalén después de la destrucción. Sión sin su pueblo. Esta bendición procede directamente del profeta Yeshayahu, que describe a la ciudad desolada como una madre afligida. Y luego le dice que no desespere:

No es una metáfora de consuelo. Es un proyecto de rebeldía. Puede que el mundo la haya vaciado, pero ella no permanecerá vacía.

Eso es lo que declara la séptima bendición. Cuando una pareja judía se coloca bajo el palio, la ceremonia no sólo bendice su alegría. Invoca la imagen de Jerusalén reconstruida. El matrimonio se enmarca como una forma de retorno nacional. La pareja, en su pacto personal, participa en algo cósmico.

Por eso, cuando Sasha y Sapir volvieron a estar juntos, no en cautividad, ni en túneles, sino al aire libre, entre familiares y amigos, planeando un futuro, estaban haciendo algo hacia lo que siempre han apuntado las Sheva Brachot. Estaban convirtiendo la supervivencia en santidad.

La sexta bendición traza la línea aún más claramente:

«Sameach tesamach rei’im ha’ahuvim, k’samechacha yetzircha b’Gan Eden mikedem».
«Alegra a estos amorosos compañeros, como alegraste a Tus creaciones en el Jardín del Edén».

La referencia es a Adán y Eva, pero la ubicación de la bendición es importante. Viene justo antes de la visión del renacimiento de Jerusalén. La liturgia es intencionada: primero recordamos el comienzo ideal, después hablamos de los restos, y sólo entonces, alegría. No una alegría falsa. Alegría tras la desolación. Alegría con el recuerdo.

Por eso las Sheva Brachot no son floridas ni escapistas. Se ganan con esfuerzo. No ignoran el sufrimiento. Lo nombran. Lo sitúan en medio del ritual e insisten en que no tenga la última palabra.

Isaías lo dice claramente:

El versículo no sólo utiliza el matrimonio como metáfora. Lo define como un proceso de retorno nacional. Dios no se limita a restaurar la dignidad de Israel con fronteras y leyes. Se regocija por ella. Esa alegría, íntima, humana, emocional, es la prueba de que la redención es real.

Ésta es la música de fondo que suena en todas las bodas judías. Esto es lo que dicen realmente las bendiciones. Y esto es lo que hace que el compromiso de Sasha y Sapir sea tan poderoso. No se limitaron a volver. Se alegraron. No porque su sufrimiento haya terminado. No es así. No porque todo esté curado. No lo está. Sino porque están eligiendo, día a día, convertir el trauma en algo sagrado.

Esto es lo que siempre ha hecho el matrimonio judío. No borrar el dolor, sino insistir en seguir construyendo. Cada matrimonio es un pequeño acto de resistencia, contra el exilio, contra la desesperación, contra todo imperio que haya intentado dispersarnos.

Sasha y Sapir no son sólo una pareja. Son una bendición viva, una bendición recitada no con vino, sino con memoria, con fe y con la decisión de volver a empezar.

Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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