En 1949, cuando se creó el moderno Estado de Israel, su Consejo Provisional trató de crear un emblema oficial que representara la soberanía de la nación. Entre 450 propuestas, se eligió el diseño de los artistas gráficos Gavriel y Maxim Shamir: una menorá (el candelabro ceremonial de siete brazos) flanqueada por dos ramas de olivo. Según Gavriel Shamir, eligieron las ramas de olivo para expresar «el amor del pueblo judío por la paz».
Sin embargo, hay un significado religioso más profundo en este diseño, que procede de una sección del Libro bíblico de Zacarías que se lee durante la festividad de Hanukkah.
El pasaje presenta lo que parece ser una contradicción fundamental. Comienza con una visión universal:
Aunque los judíos ortodoxos no hacen proselitismo, los comentaristas judíos tradicionales interpretan que se refiere a los no judíos que, conmovidos por lo que ven, se convertirán al judaísmo tras presenciar milagros divinos en la era mesiánica.
Sin embargo, inmediatamente después de esta visión universal, el profeta dirige una dura reprimenda a Josué, el Sumo Sacerdote:
El gran comentarista bíblico Rashi explica que estas «vestiduras inmundas» simbolizan los matrimonios mixtos de los hijos de Josué con no judíos y su insuficiente oposición a las influencias extranjeras que afectaban a sus hijos.
Esta yuxtaposición presenta una aparente paradoja: ¿cómo puede el pueblo judío acoger a los forasteros y, al mismo tiempo, protegerse de las influencias externas? Es precisamente esta tensión la que aborda la siguiente visión de Zacarías.
El profeta ve una imagen sorprendente:
¿Cuál es el significado de esta visión de una menorá flanqueada por olivos a ambos lados? Según los sabios, «al igual que el aceite de oliva ilumina, el Templo proporciona luz al mundo entero, como dice: ‘y las naciones caminarán a tu luz, los reyes a tu resplandor'» (Isaías 60:3). Así pues, los olivos representan la responsabilidad del pueblo judío de ser una luz para las naciones, proporcionando el combustible -el aceite de oliva- que impulsa la iluminación del mundo por la menorá.
Esta función simbólica se incorporó incluso al propio Segundo Templo. Según el Talmud (Menajot 86b), las ventanas del Templo se construyeron con la parte ancha hacia el exterior, lo contrario de lo habitual. El rey Salomón las diseñó así para mostrar que la luz espiritual del Templo estaba destinada a iluminar el mundo exterior, en lugar de extraer luz de él.
La visión de la menorá resuelve así la paradoja anterior: el pueblo judío debe ser la fuente de luz, no sus receptores. Puede y debe acoger a quienes se sienten atraídos por su luz, al tiempo que se asegura de que la dirección de la influencia espiritual fluya hacia fuera y no hacia dentro.
Esta comprensión enmarca perfectamente el contexto histórico de Janucá, que conmemora la victoria de los macabeos sobre el imperio griego y sus aliados judíos helenistas en el siglo II a.C. Los macabeos no luchaban contra la idea de compartir la sabiduría con otras naciones, sino contra la inversión del flujo adecuado de iluminación espiritual. Los griegos, a quienes los antiguos sabios judíos comparaban con las tinieblas, deberían haber recibido luz de las enseñanzas judías, como describe Zacarías al principio de su profecía. En lugar de ello, las influencias helenísticas se filtraban en la práctica judía, tal como había ocurrido con los hijos de Josué.
Aunque es posible que los hermanos Shamir pretendieran que las ramas de olivo del emblema de Israel representaran la paz, la visión profética de Zacarías sugiere una capa adicional de significado. Una antigua enseñanza judía (Midrash Tanjuma) conecta este simbolismo con un acontecimiento bíblico incluso anterior, al afirmar: «El Señor dijo: ‘Así como la paloma trajo luz al mundo [referring to Noah’s dove], así también vosotros, el pueblo judío, que sois comparados con la paloma, debéis traer aceite de oliva y encenderlo ante Mí'».
Así pues, la combinación de la menorá y las ramas de olivo en el emblema nacional de Israel encierra un profundo mensaje: La doble misión de Israel de buscar la paz al tiempo que sirve de luz moral y espiritual a las naciones. Esta interpretación sugiere que el papel de Israel no consiste en dejarse influir por fuerzas externas, sino en mantener su identidad única al tiempo que proporciona iluminación espiritual y moral al mundo, una misión tan relevante hoy como lo fue en la antigüedad.