La semana pasada, mientras conducía desde la hermosa ciudad costera de Ashkelon hasta mi casa en las afueras de Belén, recibí un mensaje de voz de un amigo cristiano de Texas. Siempre que tengo noticias suyas, sé que me va a hacer una pregunta bíblica, y normalmente muy buena. Esta vez no fue una excepción.
«¿Qué dicen los comentaristas judíos sobre Números 21:14?», preguntó. «Por eso se dice en el Libro de las Guerras del Señor…» (Números 21:14). «¿Qué es este libro? ¿Qué contiene? ¿Se ha perdido?»
Es, innegablemente, uno de los versículos más misteriosos de la Biblia. Se menciona un libro, un libro sobre las guerras del Señor. Pero ¿dónde está ahora ese libro?
Los Sabios ofrecen puntos de vista diferentes. Najmánides (1194-1270) explica que se trataba de un libro real, un registro de las campañas militares de Israel escrito por hombres temerosos de Dios. Rabí Bachya ben Asher (1255-1340) va un paso más allá: «Era un libro en sí mismo, y en él estaban escritas las guerras del Señor para Sus reverentes. Y es posible que fuera de los días de Abraham, nuestro padre».
El Zohar, la obra fundacional del misticismo judío, explica: «¿Qué hay ‘en el libro’? Más bien se trata de un secreto sobrenatural. Hay un lugar que el Santo, bendito sea, tiene que se llama libro. Todo el poder y la fuerza que Dios hace surgir en Sus batallas contra los enemigos de Israel tienen sus raíces en ese libro. De ahí surgen». En otras palabras, existe una realidad espiritual, una fuente divina, de la que proceden todas las guerras de Israel. El campo de batalla visible es sólo el resultado. El verdadero plan de batalla está escrito en el Cielo.
¿Por qué es importante? ¿Qué significa para nosotros?
El rabino Reuven Sasson lo explica: Este libro de las guerras no es sólo un registro de acontecimientos pasados. Es un marco divino. Las guerras de Israel no se desencadenan por cálculos geopolíticos aleatorios o por el odio de los enemigos. Cada guerra, desde el rescate de Lot por Abraham hasta la Guerra de los Seis Días, forma parte de un plan divino preciso. Es un plan para la transformación del pueblo de Israel.
La Biblia describe a Dios como Ish milchamah, «un Hombre de guerra» (Éxodo 15:3). El rabino Sasson subraya que esto no sólo significa que Dios lucha por Israel. Significa que Él organiza todo el proceso. Estas batallas no son sólo momentos de supervivencia. Son los medios por los que Israel asciende. Son los mecanismos de crecimiento mediante los cuales Dios moldea a Su pueblo y lo prepara para lo que vendrá después.
Los Sabios enseñaron: «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno» (Génesis 1:31). Ellos interpretaron: «Bueno se refiere al reino de los Cielos. Muy bueno se refiere al reino de Roma». ¿Qué significa esto? Significa que Israel no puede elevarse y convertirse en la nación que debe ser sólo mediante la comodidad. Para llegar a ser «muy bueno», Israel debe ser desafiado. Roma, y cualquier otro imperio que pretenda dominar a Israel, se convierte en la presión misma que alimenta su desarrollo espiritual.
Así es como Dios creó el mundo: la bendición sigue a la lucha. Un nuevo nivel de bondad sólo surge cuando se ve forzado por la resistencia. Igual que los dolores de parto preceden al nacimiento, el conflicto militar precede al avance espiritual. Dios trae al mundo la siguiente etapa del destino de Israel estableciendo la crisis que nos obligará a crecer.
Por eso enseñan los Sabios «Si ves reinos provocándose unos a otros, espera los pasos del Mesías». El caos no es aleatorio. Es la preparación para algo mayor.
El Libro de las Guerras del Señor no está perdido. Está en curso. Las guerras de Israel, tanto las antiguas como las modernas, no son desvíos en nuestra historia. Son los capítulos clave. Son los acontecimientos definitorios que marcan cada nueva elevación en el papel y la identidad de Israel.
Al igual que el Génesis habla del «Libro de las Generaciones de Adán» (Génesis 5:1), un registro de la aparición de la humanidad, también el Libro de las Guerras del Señor es el registro de la aparición de Israel. Cada guerra no es sólo una respuesta a una amenaza. Es un nacimiento, un paso adelante. Cuando quieras comprender quién es Israel, no te fijes sólo en sus mandamientos o en sus oraciones. Fíjate en sus guerras. Son los puntos de inflexión. Son las transiciones de una etapa a la siguiente.
Esta creencia -que cada guerra forma parte de una secuencia celestial- se refiere directamente a nuestro momento actual. Significa que rechazamos la idea de que la historia es aleatoria, de que las guerras son simplemente producto de la política o del odio. Significa que sabemos que, aunque caigan cohetes, aunque nos condenen por defendernos, aunque los costes sean elevados, no estamos abandonados. Dios está dirigiendo nuestra historia. Nos está refinando, fortaleciendo, preparando para lo que debe venir después. No estamos en sus manos. Estamos en las Suyas. Él es Quien escribe nuestro libro.
Durante los dos últimos años, hemos visto cómo se desarrollaba este libro en tiempo real. Israel ha sido atacado por Hamás en Gaza, Hezbolá en Líbano, los houthis en Yemen y el régimen islámico de Irán. Pero no se trata sólo de una realidad política o militar, sino espiritual. Estamos viviendo un capítulo del Libro de las Guerras del Señor. Y al igual que en generaciones anteriores, esta guerra ha revelado la grandeza de Israel. El valor de nuestros soldados, la resistencia de nuestro pueblo, la unidad de nuestra nación… no son efectos secundarios. Son el fruto de una confrontación divinamente orquestada. Dios nos está elevando a un nuevo nivel. Y a través de esta prueba, estamos siendo testigos del surgimiento de la fuerza, la claridad y el propósito que habían permanecido latentes durante mucho tiempo.
Nuestros enemigos se creen los iniciadores. Pero sólo son actores de un drama escrito por el Cielo.