Al leer la historia de Miqueas y su ídolo, me quedé anonadado por la audacia de este hombre. Según la tradición judía, Miqueas estableció una casa de idolatría a sólo cinco kilómetros del Tabernáculo de Silo. La casa de idolatría de Miqueas estaba tan cerca del sagrado Tabernáculo de Dios que «el humo de los dos altares se mezclaba debido a su proximidad» (Talmud Sanedrín 103b).
Dada la arrogancia de Miqueas y la gravedad del pecado de idolatría, seguramente cabría esperar que Dios hiciera caer Su ira sobre Miqueas, tanto en este mundo como en el venidero. Sorprendentemente, sin embargo, los sabios no incluyen a Miqueas en su lista de malvados que no tienen parte en el mundo venidero. Aunque Micah era claramente un pecador que hizo pecar a miles de personas, ¡no cumple los requisitos para figurar en la «lista de los más buscados por Dios»!
¿Por qué se libra Miqueas del castigo eterno?
La respuesta se encuentra en una breve conversación entre Miqueas y un pobre levita de Belén que buscaba un nuevo comienzo.
Sí, Miqueas era un idólatra que descarrió a las masas de Israel. Pero también era, al parecer, un tipo muy cálido y acogedor.
Los sabios captan poderosamente la complejidad de Miqueas: «Los ángeles querían derribar el ídolo [de Miqueas]; pero Dios les dijo: ‘Dejadlo, pues Miqueas ofrece pan a los viajeros'» (Talmud Sanedrín 103b). En otras palabras, a pesar del terrible pecado de idolatría de Miqueas, ¡Dios estaba dispuesto a soportar los defectos de Miqueas porque destacaba en la hospitalidad!
La hospitalidad de Miqueas contrastaba fuertemente con el trato que recibía la gente en el Tabernáculo, a sólo cinco kilómetros de distancia. Allí, los hijos del sumo sacerdote, Hofni y Fineas, trataban con desdén a los peregrinos israelitas que recorrían grandes distancias hasta el Tabernáculo:
El contraste entre los sacerdotes corruptos e inhóspitos del sagrado Tabernáculo y el idólatra pero acogedor Miqueas -¡a sólo cinco kilómetros de distancia! – no podía ser más crudo. Y mientras que Miqueas se libró de la ira de Dios, los malvados sacerdotes del Tabernáculo pronto encontrarían su fin en una desastrosa batalla contra los filisteos.
¿Qué debemos pensar de esta extraña situación? Creo que la Biblia nos está enseñando lecciones acríticamente importantes para la vida.
Al tolerar a Miqueas y castigar a Hofni y Fineas, Dios demostró que le importa más el bienestar de Sus hijos en la tierra que Su propia gloria. Me conmueve profundamente la asombrosa humildad de Dios.
Al mismo tiempo, aprendemos que la devoción a Dios carece de sentido si nuestra devoción no transforma la forma en que interactuamos con los demás. Sí, debemos estudiar la Biblia, rezar con gran fervor y asistir regularmente a los servicios religiosos. Pero si nuestra devoción religiosa no nos hace más amables y cariñosos con nuestros semejantes, nos estamos equivocando.