El Error Fatal de Abraham: ¿Estamos repitiendo la misma trampa divina?

abril 27, 2025
The Jezreel Valley (Shutterstock.com)
The Jezreel Valley (Shutterstock.com)

Tierra ensangrentada. Familias destrozadas. Una nación de luto. Ya ha pasado más de un año y medio desde el horrible ataque de Hamás del 7 de octubre y la matanza de 1.200 israelíes inocentes ese día. Hemos estado inmersos en la lucha contra la guerra: todo el mundo se ha puesto manos a la obra. Cada recurso, cada oración, cada momento se ha dedicado a la supervivencia y la victoria de Israel. Pero más allá de la respuesta militar inmediata, también debemos reflexionar, como nación, sobre el significado más profundo de estos acontecimientos.

¿Qué lecciones debemos aprender del 7 de octubre y de esta larga y dolorosa guerra que ha seguido desde aquel atentado?

La Torá recoge una disputa entre Abraham y su sobrino Lot que guarda notables paralelismos con nuestra situación actual.

No se trataba de un desacuerdo menor. Tanto Abraham como Lot poseían importantes propiedades y una riqueza considerable. Ambos creían en el Dios de Abraham y querían establecerse en el mismo territorio. Abraham se enfrentó a una disyuntiva: perseguir la justicia mediante un juicio estricto o la caridad mediante el compromiso.

Abraham, cuya inclinación natural se inclinaba hacia la bondad amorosa, eligió la caridad y dijo a Lot:

Abraham creía que dividiendo la tierra podría evitar el conflicto. Se quedó con la parte occidental de la Tierra de Israel, la Tierra de Canaán, mientras que Lot se asentó en las ciudades de la llanura al este del Jordán: «Y Lot viajó hacia el este… y acampó hacia Sodoma». (Génesis 13:12)

Pero aquí Abraham cometió un error crítico. ¿Quién le dio permiso para dividir la tierra? Dios ya se lo había prometido: «A tu descendencia daré esta tierra». (Génesis 12:7)

Tras el acuerdo de Abraham con Lot, Dios respondió inmediatamente:

El mensaje de Dios no puede ser más claro. «Toda la tierra» -incluida la porción oriental que Abraham dio a Lot- pertenece exclusivamente a Abraham y a sus descendientes para siempre. Abraham no tenía autoridad para ceder ninguna parte de la herencia prometida divinamente.

Inmediatamente después de esta reprimenda divina, estalla la guerra en la región: la guerra de los cuatro reyes contra los cinco. Durante este conflicto, Lot es capturado, lo que obliga a Abraham a tomar las armas:

Ésta es la consecuencia directa del equivocado compromiso territorial de Abraham. Si Abraham se hubiera mantenido firme y hubiera dicho a Lot que toda la tierra -incluido el territorio al este del Jordán- le pertenecía a él y a sus descendientes por decreto divino, Lot nunca se habría asentado en las tierras orientales ni se habría visto envuelto en una guerra. En cambio, el intento de Abraham de evitar el conflicto mediante la división de la tierra acabó forzándole a la batalla (rabino Ouri Cherki, Un pensamiento claro: El Mundo y el Hombre en las Enseñanzas de Rav Kook, 163).

La lección divina no puede ser más clara. Cuando Abraham intentó ceder la tierra que Dios había designado para sus descendientes, Dios urdió las circunstancias que obligaron a Abraham a luchar y reclamar esa misma tierra.

La lección para nuestro tiempo es inequívoca. Gaza forma parte indiscutiblemente del Israel bíblico, e Israel no tenía derecho a abandonarla en la Retirada de Gaza de 2005. Cuando Israel violó la voluntad de Dios al ceder esta tierra sagrada, Dios provocó la guerra del 7 de octubre, que obligaría a Israel a reconquistar Gaza, igual que obligó a Abraham a reconquistar la tierra que había cedido injustamente.

La declaración de Dios a Abraham es clara y eterna: esta tierra pertenecerá a Abraham y a sus descendientes para siempre. Ni las naciones del mundo ni el propio Israel tienen autoridad para renunciar a lo que Dios ha decretado. Los dolorosos acontecimientos ocurridos desde el 7 de octubre no son un mero conflicto militar, sino una corrección divina que obliga a Israel a reclamar lo que nunca debió renunciar.

La solución de los Dos Estados y cualquier plan que exija a Israel renunciar a la soberanía sobre Tierra Santa conducirán inevitablemente a la guerra. La historia lo ha demostrado repetidamente. Cuando intentamos dividir lo que Dios ha hecho entero, sobreviene el conflicto. Gaza es el último ejemplo de este principio inmutable. La voluntad de Dios para la Tierra de Israel no puede negarse, negociarse ni comprometerse. La tierra prometida a los descendientes de Abraham es indivisible y eterna.

Rabbi Elie Mischel

Rabbi Elie Mischel is the Director of Education at Israel365. Before making Aliyah in 2021, he served as the Rabbi of Congregation Suburban Torah in Livingston, NJ. He also worked for several years as a corporate attorney at Day Pitney, LLP. Rabbi Mischel received rabbinic ordination from Yeshiva University’s Rabbi Isaac Elchanan Theological Seminary. Rabbi Mischel also holds a J.D. from the Cardozo School of Law and an M.A. in Modern Jewish History from the Bernard Revel Graduate School of Jewish Studies. He is also the editor of HaMizrachi Magazine.

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