El don de la responsabilidad

septiembre 8, 2025
A Jewish boy becomes Bar Mitzvah - and celebrates with his family at the Western Wall (Shutterstock)

Este verano, mi familia hizo las maletas y voló a Estados Unidos. No íbamos simplemente de vacaciones. Teníamos que hacer una parada muy importante. Todo el viaje giraba en torno a la celebración del Bat Mitzvah de nuestra sobrina. Un Bat Mitzvah es cuando una niña judía cumple doce años y asume oficialmente las responsabilidades de la edad adulta. Los chicos celebran el Bar Mitzvah a los trece años. Cada familia lo celebra a su manera. Los chicos suelen leer la Torá, mientras que en los ambientes ortodoxos las chicas pueden dirigir una oración o asumir otro papel para mostrar que algo ha cambiado, que ya no son sólo niñas. Es una época emocionante, un momento significativo que marca el crecimiento de una forma real. De repente eres responsable de cosas de las que antes no lo eras. Y me hizo preguntarme: ¿cómo es exactamente la responsabilidad? ¿Dónde está la línea que separa la libertad infantil de la responsabilidad adulta?

La Biblia nos da más de un tipo de responsabilidad. Existe la responsabilidad de hacer el bien que se nos ordena: las mitzvot aseh, los mandamientos positivos. Existe la responsabilidad de abstenerse de realizar acciones perjudiciales. Y existe la responsabilidad tras los errores, lo que ocurre cuando fallamos y cómo respondemos en el momento posterior. Uno de los ejemplos más claros de esto último aparece en la historia de Yehuda y Tamar. A Tamar, nuera de Yehuda, se le había negado la oportunidad de casarse con el tercer hijo de Yehuda tras enviudar dos veces. Vulnerable, se disfrazó de ramera y concibió un hijo del propio Yehuda. Cuando se descubrió su embarazo, la sacaron para castigarla. En vez de acusarle directamente, Tamar envió a Yehuda el sello, el cordón y el bastón que éste le había dado como garantía.

En aquel momento, Yehuda podría haberlo negado todo. Podría haber salvado su reputación y dejar que la condenaran. Pero no lo hizo. Dijo sin rodeos,

«Ella es más justa que yo»(Génesis 38:26).

Aquellas palabras no eran sólo una confesión. Eran una rendición de cuentas. Yehuda asumió su fracaso, admitió su responsabilidad y, al hacerlo, alteró el curso de su vida y de su descendencia. De aquel momento de verdad surgió la línea que acabaría conduciendo al rey David.

Si Yehuda nos muestra el poder de la rendición de cuentas tras un error, el episodio de Pésaj Sheni, la segunda Pascua nos muestra la rendición de cuentas bajo una luz diferente: la determinación de hacer lo correcto incluso cuando las circunstancias bloquean el camino. En el Libro de los Números, algunos israelitas no pudieron traer la ofrenda pascual porque eran ritualmente impuros. Podrían haber aceptado la exclusión. En lugar de ello, acudieron a Moisés y clamaron,

«¿Por qué se nos ha de retener para que no ofrezcamos la ofrenda del Señor en su tiempo señalado?».(Números 9:7).

Dios responde dándoles otra oportunidad, una segunda Pascua, un mes más tarde.

Aquí, la responsabilidad no tiene que ver con la culpa, sino con la persistencia. Estos hombres se negaron a que su condición les eximiera de responsabilidad. Exigieron la oportunidad de servir, y Dios honró su súplica. Su responsabilidad dio origen a una mitzvah totalmente nueva.

Estas dos historias juntas nos pintan un cuadro más amplio de lo que realmente importa en la Torá. Yehuda nos enseña que rendir cuentas significa afrontar el fracaso con honradez, sin excusas. Pésaj Sheni enseña que rendir cuentas también significa seguir adelante, insistiendo en que el esfuerzo importa, incluso cuando los obstáculos se interponen en el camino. Una tiene que ver con la confesión. La otra trata de la perseverancia.

Y si miramos más de cerca, veremos que la Torá está llena de historias como éstas. Una y otra vez, el texto vuelve sobre este mismo tema: la responsabilidad es lo que separa el colapso del crecimiento, la desesperación de la esperanza, la oportunidad desperdiciada de la redención.

Cuando un niño judío alcanza la edad de bar o bat mitzvah, es la edad en que comienza formalmente la responsabilidad. Pero, en realidad, las semillas se plantan mucho antes. Los niños aprenden a bendecir la comida mucho antes de los doce o trece años. Aprenden la bondad, las disculpas y el perdón en el arenero antes de subirse a un atril. Lo que cambia a los doce o trece años es que ahora sus elecciones tienen peso ante Dios. Se les tiene en cuenta. Son responsables.

Pero la responsabilidad no consiste en aplastar. La responsabilidad no tiene que ver con la impotencia. Se trata de la libertad que da la honradez y de la dignidad que da el volver a intentarlo. Yehuda y Tamar nos recuerdan que afrontar el fracaso con valentía puede cambiar el futuro. Pésaj Sheni nos recuerda que Dios mismo da cabida a las segundas oportunidades cuando nos negamos a rendirnos.

Entonces, ¿qué aspecto tiene la rendición de cuentas? Se parece a Yehuda diciendo: «Ella es más justa que yo», y cambiando la historia. Se parece a los israelitas exigiendo otra oportunidad de servir, y Dios concediéndoles un nuevo festival. Y se parece al momento en que una niña de doce años, o un niño de trece, dan un paso hacia el peso y la maravilla de ser responsables ante Dios. Ése es el verdadero hito de la madurez: asumir nuestros fracasos, aprovechar nuestras segundas oportunidades y vivir cada día con la mentalidad de que nuestras elecciones importan,

Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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