Estos versículos son el comienzo de un poema cantado por David como alabanza a Dios tras sobrevivir a los ataques del rey Saúl. Este canto de alabanza se repite, casi idéntico, en el Salmo 18.
En estos versículos vemos una lista de alabanzas a Dios que parecen algo repetitivas. Esto es habitual en los pasajes poéticos de la Biblia, sobre todo en los que alaban a Dios. La alabanza efusiva suele implicar la repetición de las mismas ideas de diversas maneras. Dicho esto, una lectura atenta de estos versículos revela que, más que una mera repetición efusiva, hay una sutil progresión de ideas.
En primer lugar, el pasaje incluye dos palabras diferentes traducidas aquí como «roca». La primera vez que aparece «roca», la palabra hebrea es sela. No es la misma que la palabra selah, familiar a los lectores de Salmos como final habitual de una sección de un salmo. Esta sela se escribe de forma diferente. Sela, que significa «roca», es bastante común en la Biblia, pues aparece más de 50 veces. Por ejemplo, cuando Moisés sacó agua de la roca en el desierto del Sinaí, la palabra hebrea para «roca» es sela. La segunda vez que vemos aquí la palabra «roca», la palabra hebrea es tzur. Esta palabra para «roca» aparece más de 70 veces en la Biblia.
Aquí, en Samuel 22, ambas palabras se utilizan como metáforas de Dios. Entonces, si ambas palabras significan «roca», ¿cuál es la diferencia entre sela y tzur?
Tzur contra Sela
En Éxodo 4, durante el viaje a Egipto, la esposa de Moisés, Séfora, circuncidó a su hijo.
La palabra hebrea para «piedra afilada» en este versículo es tzur. Del mismo modo, en el libro de Josué, como preparación para entrar en la tierra, Dios ordenó a Josué que circuncidara a los hombres de Israel que no se habían circuncidado durante la travesía por el desierto debido al peligro del viaje.
La palabra hebrea para «cuchillos» es charvot tzurim, literalmente, «espadas (o cuchillas) de piedras».
A partir de estas dos fuentes, vemos que tzur se refiere a una piedra muy fuerte, lo bastante fuerte como para utilizarla como cuchillo.
Sela, en cambio, se utiliza habitualmente para dar a entender un escondite. Por ejemplo:
En todos estos versículos, y en muchos más, sela se refiere a una roca utilizada como refugio o escondite.
Protección y capacitación
Teniendo en cuenta esta distinción entre tzur y sela, ahora podemos ver una progresión en nuestro pasaje.
En primer lugar, David alaba a Dios por protegerle de todo mal. Se refiere a Dios como su sela, su «fortaleza» y su «libertador». En este versículo no se menciona a los enemigos de David. Está dando gracias a Dios por haberle salvado protegiéndole de todo mal, y nada más. Luego, en el versículo siguiente, David se refiere a Dios como su tzur. Aquí, la implicación es de fuerza, incluso de triunfo en la batalla.
También vemos esta progresión en nuestro versículo a partir de otra palabra interesante. En el segundo versículo, David se refiere a Dios como una «fortaleza». La palabra en hebreo es misgav. La raíz de esta palabra – SGV – significa «fortaleza». Un misgav es algo que da fuerza y apoyo. El significado aquí es que Dios da poder y fuerza a David para resistir a sus enemigos.
En resumen, en estos dos primeros versos del cántico de David, primero alaba a Dios por proporcionarle cobijo y protección contra todo daño. Luego alaba a Dios por darle poder y fuerza para resistir los ataques de sus enemigos.
Merecer la salvación de Dios
Por último, en el tercer versículo, David expone un punto importante sobre cómo mereció la salvación de Dios.
Invocaré al Señor, que es digno de ser alabado; así me salvaré de mis enemigos.
La frase inicial de este versículo en hebreo son tres palabras.
Mehulal digno de elogio
ekra llamo
Adonai el Señor
En otras palabras, el versículo debería traducirse así:
Alabo al Señor; así me salvaré de mis enemigos.
En otras palabras, David está diciendo que Dios le salva por el mérito de alabar a Dios. Al reconocer e invocar el hecho de que Dios es digno de alabanza, al atribuir toda su fuerza a Dios, David se abre a ser protegido, salvado y potenciado por Dios. Es importante señalar que David dice que invocó al Señor, que rezó a Dios para que le salvara. No dice que clamara a Dios en su angustia. Le alabó. Y al alabarle, David mereció la salvación.
Al alabar a Dios y reconocer Su soberanía suprema sobre nuestras vidas, nos abrimos a Su protección. Dios nos protege del mal y también nos da poder para derrotar a nuestros enemigos.
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