De la violencia al servicio sagrado

abril 5, 2025
A model of the Temple in Jeruselm

La Biblia hebrea no desinfecta la naturaleza humana. Presenta a nuestros antepasados con todo su espectro de pasiones, incluidas las que conducen a la violencia. Pocos relatos tribales ilustran esto más vívidamente que la historia de Leví y sus descendientes.

El primer atisbo que tenemos del carácter de Leví aparece en el Génesis. Cuando su hermana Dina es violada por Siquem, Leví y su hermano Simeón responden con una brutalidad calculada. Engañan a los hombres de la ciudad para que se circunciden, y luego los masacran cuando son vulnerables. Su padre Jacob se horroriza: «Me habéis traído problemas haciéndome odioso a los habitantes de la tierra».

Esta tendencia violenta está muy arraigada en los descendientes de Leví. En su lecho de muerte, Jacob declara «Simeón y Leví son hermanos; armas de violencia son sus espadas… ¡Maldita sea su cólera, porque es feroz, y su ira, porque es cruel! Los dividiré en Jacob y los dispersaré en Israel».

Sin embargo, lo que parece una maldición se transforma mediante un propósito divino. La naturaleza ardiente de los levitas no desaparece, sino que encuentra una nueva expresión, un cauce sagrado.

Vemos que esta transformación comienza tras el incidente del becerro de oro. Mientras la mayoría de los israelitas participaban en la idolatría, Moisés clama: «¿Quién está de parte del Señor? Venid a mí!» Sólo los levitas dan un paso al frente. Moisés les ordena entonces: «Poneos la espada cada uno a vuestro lado, e id de puerta en puerta por todo el campamento, y matad cada uno a su hermano, a su compañero y a su vecino».

Este acto brutal -matar a sus propios parientes que adoraban al becerro- marca un momento crucial. La misma tendencia violenta que Jacob condenó se santifica cuando se dirige a preservar la alianza de Israel con Dios. Su voluntad de anteponer el servicio divino a los lazos familiares les otorga un nuevo papel: son consagrados como la tribu sacerdotal.

Esto nos lleva a Pinchas, nieto de Aarón el Sumo Sacerdote y bisnieto de Leví. Cuando ve que un hombre israelita y una mujer madianita desafían públicamente a Dios con su enlace inmoral, emprende una acción dramática:

«Cuando Pinchas hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, lo vio, se levantó y salió de la congregación. Tomando una lanza en la mano, entró tras el israelita en la tienda, y atravesó a los dos, al israelita y a la mujer, por el vientre».

Este acto de violento fanatismo detiene una plaga que ya había matado a 24.000 israelitas. La respuesta de Dios es sorprendente:

«El Señor habló a Moisés, diciendo: ‘Pinjás, hijo de Eleazar, hijo de Aarón el sacerdote, ha hecho retroceder Mi ira de los israelitas mostrando entre ellos su pasión por Mí… Di, pues: ‘Yo le concedo Mi alianza de paz'».

Este berit shalom (pacto de paz) parece paradójico: ¿paz concedida por un acto de violencia? Pero lo que Dios reconoce en Pinchas no es la violencia en sí, sino el apasionado compromiso de preservar la relación de alianza de Israel. La misma naturaleza ardiente que llevó a sus antepasados al derramamiento de sangre se dirige ahora a mantener los límites sagrados.

Esta identidad transformada de los levitas encuentra su máxima expresión en el libro de Vayikra (Levítico), donde Dios esboza sus responsabilidades sagradas en el servicio del Tabernáculo. El tercer libro de la Torá comienza«Vayikra el-Moshe» (Y llamó a Moisés). Esta llamada -esta vocación sagrada- es precisamente lo que transformó a los descendientes de Leví.

En Vayikra, encontramos instrucciones detalladas sobre el sistema de sacrificios que mantendrían los levitas. Se les confían las tareas más sagradas: preparar las ofrendas, mantener la pureza ritual, salvaguardar el santuario y enseñar la Torá al pueblo. Las mismas manos que antes blandían espadas con ira, ahora manejan con cuidado los vasos sagrados y los sacrificios.

Considera lo que esto significa: La intensa naturaleza de los levitas no cambió, sino que se reorientó. Su pasión por la justicia, su voluntad de actuar con decisión, su feroz lealtad: estas cualidades los convertían tanto en peligrosos guerreros como en devotos sacerdotes. Dios no eliminó su fuego; le dio un propósito sagrado.

Las tareas asignadas a los levitas en Vayikra exigían la misma intensidad de siempre. Mantener el límite entre lo sagrado y lo profano exigía vigilancia. Asegurar sacrificios adecuados exigía precisión. Enseñar la Torá exigía pasión. Su papel de guardianes del Tabernáculo exigía el mismo instinto protector que antaño les había llevado a defender el honor de su hermana, pero ahora elevado a proteger la morada de Dios entre Israel.

Moisés reconoce esta transformación en su bendición final: «De Leví dijo: Que tu Tumim y tu Urim pertenezcan a tu fiel… Porque ellos observaron tu palabra y guardaron tu alianza».

La tribu que antes estaba destinada a la dispersión a causa de su violencia, ahora está esparcida por todo Israel como maestros y sacerdotes: su maldición se convierte en su bendición.

Este modelo bíblico revela una profunda verdad: Dios no suele borrar nuestros rasgos más fuertes, ni siquiera los más peligrosos. Al contrario, los canaliza hacia Sus propósitos. Lo que nos hace potencialmente destructivos puede convertirnos en poderosamente constructivos cuando se nos orienta hacia el servicio a Dios y a la comunidad.

Los levitas nos enseñan que la transformación espiritual no consiste en convertirse por completo en otra persona, sino en llegar a ser la versión más elevada de lo que ya somos. La pasión que puede destruir también puede construir. El fuego que amenaza también puede iluminar. La intensidad que distancia también puede proteger lo más sagrado.

En nuestras propias vidas, quizá nuestros mayores retos no consistan en eliminar nuestros rasgos más fuertes, sino en encontrar su propósito sagrado: descubrir nuestra propia Vayikra, la llamada divina que transforma nuestras tendencias naturales en un servicio sagrado.

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Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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