Cuando Moisés trazó las líneas de batalla de la eternidad

junio 15, 2025
Interception of an Iranian missile attack on Israel as it seen from the Jerusalem Mountains (Photo by Yonatan Sindel/Flash90)
Interception of an Iranian missile attack on Israel as it seen from the Jerusalem Mountains (Photo by Yonatan Sindel/Flash90)

Por fin había llegado el momento. Tras recibir la Torá en el monte Sinaí, los israelitas estaban listos para marchar hacia la tierra que mana leche y miel. La porción de la Torá de Beha’alotcha (Números 8:1-12:16) capta a los israelitas mientras se preparan para abandonar el monte Sinaí y emprender el viaje hacia la Tierra Prometida: la culminación del Éxodo y el cumplimiento de las promesas de Dios. Sin embargo, justo antes de partir, encontramos una conversación aparentemente mundana entre Moisés y su suegro. Moisés se dirige a su suegro Hobab, también conocido como Jetro, con palabras que resuenan a través de los tiempos:

Aunque estas palabras parezcan un simple intercambio familiar, encierran la clave para comprender cómo el mundo se relacionaría para siempre con el pueblo judío.

El rabino Iosef B. Soloveitchik vio algo mucho más profundo en este momento que un yerno pidiendo ayuda práctica: era Moisés, como representante de todo Israel, extendiendo una invitación a todo el mundo no judío. Según el rabino Soloveitchik, el mensaje era claro y universal: “Únete a nosotros en la tierra prometida, siempre que estés dispuesto a someterte a la misma disciplina Divina que nosotros hemos aceptado.”

La invitación venía con una condición, pero no del tipo que el mundo suele exigir. Exigía la voluntad de reconocer al Dios de Israel como Rey y aceptar la disciplina moral que conlleva ese reconocimiento. “Hay suficiente Bendición, bondad y felicidad en la Torá para transmitirlas a los demás y que los demás las compartan. Únete a nuestra marcha triunfal, dijo Moshe (Moisés) a Yitro (Jetro), hacia nuestro destino. Puede que también se convierta en tu destino”.

El rabino Yonatan Grossman ilumina la profunda simetría que la Torá crea en torno a la experiencia del Sinaí. Antes de que los israelitas llegaran a la montaña, se encontraron con dos modelos distintos de cómo las naciones podían relacionarse con ellos. Primero fue el ataque no provocado de Amalec, puro odio que buscaba la destrucción. Luego vino Jetro, el suegro de Moisés, que declaró maravillado: “El Señor es más grande que todos los dioses” (Éxodo 18:11).

Ahora, cuando se preparan para abandonar el Sinaí, vuelven a surgir estas dos mismas posibilidades. Moisés extiende su invitación a Hobab, seguida inmediatamente de su oración mientras el Arca avanza: “Levántate, oh Dios; que Tus enemigos sean dispersados y que los que Te odian huyan de delante de Ti” (Números 10:35).

El patrón es inconfundible: Amalek-Jetro-Monte Sinaí-Hobab-Enemigos de Dios. La Torá nos presenta una elección a la que debe enfrentarse toda generación. Puedes ser como Amalec, impulsado por un odio inexplicable a destruir al pueblo de Dios, o puedes ser como Jetro, reconociendo la verdad y buscando asociarte a la misión divina. Si te alineas con Jetro, se te invita a unirte a la marcha eterna hacia la redención, a compartir el destino del pueblo de la alianza de Dios. Pero si eliges el camino de Amalec, te enfrentarás al mismo destino que todos los enemigos de Dios: ser dispersado y destruido, como declaró el propio Moisés: “Levántate, oh Dios; que Tus enemigos sean dispersados y que los que Te odian huyan de delante de Ti”.

Lo que hace que este momento sea tan significativo es lo que revela sobre el plan original. Según el rabino Soloveitchik, esta marcha desde el Sinaí estaba destinada a marcar el comienzo de la era mesiánica, con Moisés guiando no sólo a Israel, sino a todos los que se unirían a él, hacia la era de la redención. La invitación a Hobab representaba una puerta abierta al mundo entero, una oportunidad para que la humanidad se uniera bajo la soberanía divina y marchara junta hacia la perfección.

La conversación encarnaba la eterna elección a la que se enfrenta todo individuo y toda nación. ¿Se unirían al viaje hacia un mundo redimido, o se posicionarían como enemigos de esa visión?

La Torá recoge lo que sucedió después. A causa de sus murmuraciones, la generación que recibió la Torá en el Sinaí nunca entró en la Tierra Prometida. La marcha que debería haber conducido directamente a la redención se convirtió en cuarenta años de vagabundeo. La era mesiánica que parecía al alcance de la mano retrocedió hasta un futuro lejano.

Hoy en día, esta antigua dinámica se reproduce con total claridad. Somos testigos de modernos amalecitas que buscan nada menos que la destrucción total del pueblo judío, no por ningún agravio que pueda resolverse, sino por el mismo odio inexplicable que impulsó a sus antiguos predecesores. No quieren tierra ni reconocimiento ni justicia; quieren la aniquilación.

Pero también vemos descendientes modernos de Jetro: individuos y naciones que reconocen que la supervivencia y el florecimiento de Israel sirven a un propósito mucho mayor que la política o la geografía. Comprenden que el pueblo judío es portador de algo esencial para el futuro de la humanidad, y eligen estar con nosotros no a pesar de nuestra misión, sino a causa de ella.

La invitación que Moisés hizo a Hobab sigue abierta hoy. En un mundo en el que antiguos odios se han despertado con una intensidad aterradora, la elección es cada vez más urgente. Cuando Israel lanzó la Operación León Naciente contra Irán, se enfrentó a un régimen que ha acumulado uranio enriquecido suficiente para múltiples armas nucleares, al tiempo que pide abiertamente la destrucción de Israel; un régimen que patrocina el terror en toda la región y pretende exportar su ideología asesina a todo el mundo. Israel actuó contra una amenaza existencial no sólo para el pueblo judío, sino para la propia civilización. Los gobernantes teocráticos de Irán representan la encarnación moderna de aquellos antiguos enemigos que buscan la aniquilación en lugar de la coexistencia, eligiendo el camino de Amalec en lugar del de Jetro.

Ahora estamos en esa marcha hacia la redención que Moisés inició en el desierto: el mismo viaje, el mismo destino, avanzando por el proceso premesiánico hacia la geulah (redención) final. Cada persona, cada nación, debe decidir: ¿Formarás parte de la marcha de la humanidad hacia la redención, o te unirás a quienes pretenden destruir a las mismas personas que llevan adelante esa esperanza? La respuesta a esa pregunta no sólo configura el destino individual, sino que determina qué lado de la historia ocuparás cuando la marcha original de Moisés llegue finalmente a su destino y el mundo que imaginó se haga realidad.

Para quienes reconocen lo que está en juego en esta guerra real y deciden unirse al pueblo judío contra los enemigos de Dios, no es sólo un momento de palabras, sino de acción. Israel lucha hoy literalmente por su supervivencia: los cohetes llueven sobre las ciudades, las familias se acurrucan en refugios antiaéreos y los jóvenes soldados montan guardia contra enemigos que sólo buscan la aniquilación total. Te invitamos a unirte a esta sagrada misión apoyando el esfuerzo bélico de Israel y ayudando a las familias cuyas vidas han quedado destrozadas por este conflicto. Tu contribución se convierte en parte de esa eterna marcha hacia la redención que comenzó con la invitación de Moisés a Hobab. Al permanecer junto a Israel durante estos días de guerra, te alineas con las fuerzas de la luz contra las tinieblas, eligiendo el camino de Jetro en lugar del camino de Amalec, y contribuyendo a garantizar que la marcha hacia la era mesiánica continúe a pesar de quienes quieren destruirla.

Shira Schechter

Shira Schechter is the content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. She earned master’s degrees in both Jewish Education and Bible from Yeshiva University. She taught the Hebrew Bible at a high school in New Jersey for eight years before making Aliyah with her family in 2013. Shira joined the Israel365 staff shortly after moving to Israel and contributed significantly to the development and publication of The Israel Bible.

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