En la tradición judía, la mayoría de las fiestas están firmemente arraigadas en un solo mes del calendario hebreo. Sin embargo, la fiesta de Janucá es única en el sentido de que comienza en el mes hebreo de Kislev pero termina en Tevet. O, como escribió el rabino Heshy Grossman, «está a caballo entre los meses de Kislev y Tevet, se relaciona con ambos, pero no pertenece a ninguno».
¿De qué manera se relaciona Janucá con el mes de Tevet?
El mes de Tevet tiene un profundo significado histórico en la tradición judía, marcado por varios acontecimientos trágicos:
A principios de mes, el rey de Judea Joaquín fue desterrado a Babilonia, acompañado de los oficiales, guerreros y artesanos del reino.
Los sabios enseñan que el octavo de Tevet, la traducción de la Torá al griego (la Septuaginta) trajo la oscuridad al mundo durante tres días.
El nueve de Tevet marca el fallecimiento de Esdras el Escriba, el gran líder de la Torá que guió el retorno judío a Tierra Santa desde el exilio babilónico y fue autor de los Libros de Esdras y Crónicas.
El carácter sombrío del mes culmina con el ayuno comunitario del Diez de Tevet, que conmemora el comienzo del asedio de tres años a Jerusalén, que finalmente condujo a la ruptura de sus murallas y a la destrucción del Templo.
Tevet se ha asociado durante mucho tiempo con la oscuridad, ya que contiene las noches más largas del año y algunos de los días más oscuros de la nación. La celebración de Janucá al principio del mes de Tevet recuerda las palabras de Isaías:
La celebración de Janucá que se extiende hasta este mes refleja el papel especial de la fiesta en la vida espiritual judía: aportar luz a lo que parece oscuridad.
Este mensaje se plasma en la práctica de encender una vela la primera noche y añadir una vela más cada noche siguiente, reflejando el principio rabínico de aumentar en asuntos de santidad. Esta práctica adquiere un significado especial a medida que la fiesta avanza hacia Tevet, cuando nuestras más brillantes muestras de luz -las menorás de seis, siete y ocho velas- iluminan la oscuridad invernal.
Hanukkah representa el triunfo de la luz espiritual sobre la oscuridad. La convergencia de nuestras luces más brillantes con las largas noches y los días espiritualmente oscuros de Tevet crea un poderoso mensaje sobre la resistencia espiritual.
Su posición única refleja el propósito más profundo de Janucá: iluminar no sólo un momento en el tiempo, sino tender un puente entre periodos de luz y oscuridad. La fiesta nos recuerda que, incluso cuando nos adentramos en las largas noches de Tevet, el resplandor de Janucá nos acompaña, enseñándonos que la luz puede persistir e incluso fortalecerse en momentos y lugares inesperados.
Este mensaje resuena hoy con especial intensidad. Mientras Israel continúa su lucha contra las fuerzas del terror y la oscuridad en una guerra que ha durado más de 14 meses, el eterno mensaje de Janucá de que la luz triunfa sobre la oscuridad ofrece tanto consuelo como inspiración. Del mismo modo que las luces de Janucá se hacen más fuertes cada noche a pesar de la creciente oscuridad de Tevet, la resistencia y la fe del pueblo judío siguen brillando con fuerza incluso frente a profundos desafíos. El momento de la festividad sirve como poderoso recordatorio de que la luz puede surgir y crecer incluso en los tiempos más oscuros, ofreciendo la esperanza de un futuro de paz y redención.
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