Imagina un mundo en el que un profesor que elogió el asesinato en masa de civiles es elegido para enseñar sobre las mismas personas que sus héroes intentaron destruir. Esto no es una novela distópica: está ocurriendo ahora mismo en la Universidad de Columbia. Como señaló el congresista Ritchie Torres en X: «Joseph Massad, que hace apología del 7 de octubre (calificándolo de ‘asombroso’ e ‘increíble’), va a impartir un curso sobre sionismo en la Universidad de Columbia. ¿Qué será lo próximo en Columbia? ¿David Duke impartiendo un curso sobre antirracismo?».
Esta asombrosa realidad coincide con otra observación que Torres hizo en X: «Vivimos en una realidad alternativa en la que el mal se ha convertido en bien y el mal se ha convertido en bien y la autodefensa israelí se ha convertido en agresión y el terrorismo antisemita se ha convertido en resistencia».
No se trata sólo de declaraciones políticas: son ejemplos modernos de lo que los profetas advirtieron hace miles de años. Isaías se refirió directamente a este momento cuando declaró
No se trata de que la gente esté en desacuerdo o vea las cosas de forma diferente. Isaías está describiendo algo mucho más fundamental: una inversión completa de la propia realidad. Está advirtiendo sobre una época en la que la sociedad no sólo estaría confundida, sino que literalmente daría la vuelta a las cosas, llamando a la luz tinieblas y a las tinieblas luz.
El rabino Judá Loew de Praga (conocido como el «Maharal») explica que esta inversión tiene una finalidad específica en la historia. Enseña que, justo antes de la redención final, la realidad debe alcanzar su estado más distorsionado, lo que él llama«hafuch al hafuch«,«inversión sobre inversión». No se trata de un caos aleatorio, sino de una fase necesaria del proceso redentor. La verdad última sólo puede surgir en su forma más pura cuando su opuesto ha alcanzado su expresión completa.
Piensa en cómo vemos las estrellas. Sólo en completa oscuridad podemos verlas en todo su brillo. Del mismo modo, cuando la falsedad alcanza su cima absoluta -cuando resulta tan obvio que un profesor que celebró la violencia contra los judíos está enseñando historia judía- la verdad se vuelve más clara que nunca por puro contraste.
Cuando vemos que las universidades contratan a profesores que alaban el terrorismo para enseñar sobre sus víctimas, cuando presenciamos que los organismos internacionales condenan las acciones defensivas mientras ignoran la agresión brutal, no estamos viendo simplemente una confusión moral aleatoria. Estamos presenciando el cumplimiento de una antigua profecía, una que prometía que la verdad tendría que ponerse completamente patas arriba antes de que pudiera restablecerse por completo.
Esto no significa que debamos aceptar pasivamente la falsedad. Pero comprender este proceso debería reforzar nuestra resolución y ayudarnos a mantener la calma y la determinación. La explosión de falsedad y oscuridad en nuestro tiempo forma parte del plan de Dios para el mundo, parte de un proceso mayor que conduce hacia la luz.
El reto al que nos enfrentamos hoy no es sólo mantener nuestro asidero a la verdad en un mundo de confusión. Es comprender que esta confusión -por frustrante y dolorosa que sea- es en sí misma una señal de que avanzamos hacia la claridad. Mientras presenciamos cómo el mundo da la vuelta a la verdad, recuerda: la oscuridad no sólo presagia el amanecer, sino que es la propia oscuridad la que hace que sea imposible ignorar la luz venidera.
Así que la próxima vez que leas sobre la enfermiza farsa que es la Universidad de Columbia, recuerda esto: cuanto más oscuras se vuelvan sus mentiras, más cegadora será la verdad cuando finalmente irrumpa.
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