En la tradición judía, los nombres tienen un profundo significado, y a menudo se cree que se eligen en un momento de profecía concedida a los padres. Para Chava Willig Levy, su nombre -que significa «madre de todos los vivientes»- conllevaba una promesa y un reto. Desde muy joven, a pesar de la poliomielitis, Chava soñó con ser madre. Su historia de perseverancia y fe refleja el relato bíblico de Sara, la matriarca que se enfrentó a la falta de hijos durante décadas antes de recibir su milagrosa bendición.
El viaje de Chava comenzó en 1955, cuando contrajo la polio a los tres años, pocos meses después de que el Dr. Jonas Salk anunciara el desarrollo de su exitosa vacuna contra la polio. Hospitalizada durante meses y conectada a un pulmón de acero, sobrevivió a la enfermedad pero sufrió parálisis permanente del cuello para abajo. A pesar de ello, Chava juró vivir como una superviviente, no como una víctima, y nunca dejó que su silla de ruedas la frenara. Obtuvo una licenciatura summa cum laude en la Universidad Yeshiva y un máster en psicología del asesoramiento en la Universidad de Columbia. Se convirtió en escritora, conferenciante, presentadora de podcasts y firme defensora de los derechos de las personas con discapacidad.
El camino de Chava hacia la maternidad estuvo plagado de dificultades. A los quince años, preguntó a sus médicos si podía tener hijos. Aunque le aseguraron que la polio no afectaba a su sistema reproductor, expresaron su preocupación por su capacidad para llevar un embarazo debido a sus limitaciones físicas. A pesar del escepticismo social y de las dudas médicas, Chava siguió decidida.
Cuando Chava se casó con Michael Levy, un hombre que compartía sus valores y experiencias con la discapacidad, rezaron juntos por la bendición de un hijo. A pesar de enfrentarse a muchos problemas de infertilidad, mantuvieron la esperanza, sacando fuerzas de su fe.
En Hanukkah, fiesta que celebra el milagro de un pequeño frasco de aceite que ardió durante ocho días, Chava recitó con lágrimas la bendición: «Bendito seas Tú, Señor nuestro, que creaste milagros para nuestros antepasados, en días pasados y en nuestra propia época», preguntándose si su milagro llegaría algún día. Milagrosamente, Chava se quedó pronto embarazada, pero la alegría duró poco, pues abortó a los tres meses. A esa decepción siguió un embarazo ectópico y años de tratamientos de fertilidad antes de que finalmente diera a luz a su hija, Tehilá Sara, y finalmente, a un hijo, Aarón.
Tehilah significa «alabanza» y refleja la gratitud que Chava y Michael sentían hacia Dios, que les había concedido un hijo. El nombre de Sarah se puso en honor de las dos abuelas de Chava, pero también de la matriarca Sarah, que experimentó un milagro similar.
Al igual que Chava, Sara soportó años de esterilidad.
Sin embargo, la historia de Sara no terminó en la desesperación.
A la edad de 90 años, Dios cumplió Su promesa y le concedió un hijo.
Inspirándose en la fe inquebrantable de Sarah en Dios a pesar de sus dificultades, Chava y Michael continuaron su camino hacia la paternidad. Su fe fue puesta a prueba, pero al igual que Sarah, se mantuvieron firmes. Cuando finalmente fueron bendecidos con hijos, Chava abrazó la maternidad con creatividad y determinación. Con la ayuda de una niñera a tiempo completo y equipos de adaptación, ella y Michael crearon un entorno de amor para sus hijos. Sus hijos crecieron entendiendo las discapacidades de sus padres no como limitaciones, sino como aspectos únicos de su identidad.
A través de su historia, Chava Willig Levy nos enseña que, con fe y perseverancia, incluso los obstáculos más desalentadores pueden conducir a bendiciones extraordinarias. Al igual que Sara, que se rió de alegría con el nacimiento de Isaac, diciendo: «Dios me ha hecho reír, y todo el que se entere de esto se reirá conmigo» (Génesis 21:6), la vida de Chava se llenó de la música de la gratitud, encapsulada en el nombre de su hija, Tehilah.
La resistencia de Chava se extendió más allá de la maternidad, a todos los logros de su vida. A través de su extraordinario viaje, Chava Willig Levy demostró que no hay que rendirse ante los obstáculos. Al igual que la matriarca Sara, demostró que la fe y la determinación pueden conducir a milagros y a una vida llena de significado y alegría.
Los soldados israelíes arriesgan sus vidas para protegernos a todos del terrorismo islámico. Pero necesitan nuestra ayuda. Inscríbete en la Acción Israel365 para recibir información actualizada sobre cómo TÚ puedes ayudar a luchar contra Hamás y sus partidarios en Estados Unidos y en todo el mundo.