Comprar Tierra mientras arde la ciudad: El Profeta que Invirtió en el Desastre

julio 17, 2025
View of the Sea of Galilee from Mount Arbel (Shutterstock.com)
View of the Sea of Galilee from Mount Arbel (Shutterstock.com)

Imagínate esta escena: Jerusalén arde mientras las máquinas de asedio babilónicas destrozan las murallas de la ciudad. Dentro del recinto real, un profeta está encerrado en prisión, condenado por decir la verdad al poder, viendo cómo se desarrollan sus profecías de destrucción con terrible precisión. El rey le desprecia, el pueblo ha rechazado sus advertencias y la destrucción se cierne sobre todo lo que aprecia. Entonces, en medio de esta catástrofe, Dios se le aparece con la instrucción más extraña imaginable: compra bienes inmuebles.

No se trata de ficción, sino del increíble relato registrado en el capítulo 32 de Jeremías, una de las historias más extrañas de toda la Biblia. Al profeta que se había pasado décadas advirtiendo de la inminente ruina se le ordenó de repente que invirtiera en la misma tierra que estaba a punto de ser devastada. El propio Jeremías reconoció lo aparentemente absurdo de la situación, y clamó a Dios:

¿Qué podría llevar al Todopoderoso a exigir un acto tan aparentemente insensato en el momento más oscuro de la historia de Israel?

Jeremías expuso un argumento muy bueno y lógico. La horrible realidad de una Jerusalén a punto de ser completamente devastada dictaba la huida, no la inversión. Era un momento para la desesperación, no para la esperanza. Todos los signos visibles apuntaban hacia la destrucción total y el exilio permanente. Sin embargo, Dios responde con certeza:

Esta pregunta retórica contiene la clave de todo el episodio. La compra de aquel campo por Jeremías fue una increíble declaración de fe. Cuando alguien invierte dinero, demuestra fe en los beneficios futuros. Al ordenar a Jeremías que comprara tierra en un territorio condenado, Dios estaba incrustando una promesa inquebrantable en la propia transacción. El profeta documentó cuidadosamente cada detalle: testigos firmados, plata pesada, escrituras selladas en vasijas de barro para su conservación. El acto mismo proclamaba que «se volverán a comprar casas, campos y viñedos en esta tierra» (Jeremías 32:15).

Durante miles de años, generaciones de judíos mantuvieron su conexión con la Tierra de Israel a pesar del exilio, la persecución y las probabilidades aparentemente imposibles. Se aferraron a los títulos de propiedad, estudiaron leyes agrícolas que parecían irrelevantes para su existencia en el exilio y rezaron a diario por el retorno a una patria que nunca habían visto. Para los observadores externos, este comportamiento parecía tan irracional como la compra de campos de Jeremías. Sin embargo, reflejaba la misma profunda comprensión de que las promesas divinas operan en plazos que empequeñecen la planificación humana.

Lo que ocurrió aquel día en Jerusalén demuestra algo importante sobre cómo actúa Dios. Cuando Sus instrucciones no tienen sentido para nosotros, suele haber una razón por la que aún no podemos entenderlas. Dios está trabajando en un plazo que no comprendemos, con una información que no tenemos. Lo más sensato es no exigir explicaciones, sino confiar en que nuestro Padre celestial sabe lo que hace.

Avanza rápidamente hasta nuestros días. Un visitante de Jerusalén y de la plaza del Muro Occidental verá hoy cosas con las que los judíos de hace casi dos mil años sólo podían soñar. Vemos las multitudes de gente, los magníficos edificios del Barrio Judío e incluso los elevados precios de los bienes inmuebles de los que se quejan los israelíes locales. Esta visión habría asombrado no sólo a Jeremías, sino también a generaciones de judíos que anhelaban este día, y sin duda a las naciones que se burlaban de ellos.

La lección se extiende más allá de los bienes inmuebles a todos los ámbitos en los que la fe entra en conflicto con los hechos aparentes. Cuando los creyentes invierten sus vidas en causas que parecen desesperadas, cuando mantienen la esperanza a pesar de las abrumadoras pruebas de fracaso, cuando actúan según promesas que contradicen las circunstancias visibles, siguen el modelo establecido por Jeremías en aquel patio de la prisión.

Hoy, Israel está siendo atacado de nuevo. El 7 de octubre trajo terror, guerra, rehenes y enemigos en todas las fronteras. Sin embargo, la bulliciosa plaza del Muro Occidental y los prósperos barrios que habrían asombrado a Jeremías demuestran que las promesas de Dios duran más que los planes de cualquier enemigo. El mismo Dios que ordenó aquella inversión imposible sigue escribiendo la historia de Israel, y aún no ha terminado.

Rabbi Elie Mischel

Rabbi Elie Mischel is the Director of Education at Israel365. Before making Aliyah in 2021, he served as the Rabbi of Congregation Suburban Torah in Livingston, NJ. He also worked for several years as a corporate attorney at Day Pitney, LLP. Rabbi Mischel received rabbinic ordination from Yeshiva University’s Rabbi Isaac Elchanan Theological Seminary. Rabbi Mischel also holds a J.D. from the Cardozo School of Law and an M.A. in Modern Jewish History from the Bernard Revel Graduate School of Jewish Studies. He is also the editor of HaMizrachi Magazine.

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