Varias de las profecías de Zacarías están fechadas en los años segundo y cuarto del reinado de Darío (520 y 518 a.C.), en la época en que la construcción del segundo Templo había comenzado en serio bajo el gobernador Zorobabel, nombrado por los persas. Al igual que Ezequiel y Jeremías, era sacerdote, y su abuelo, Iddo, se menciona entre los sacerdotes del capítulo 5 de Esdras y del capítulo 12 de Nehemías. Entre sus contemporáneos figuran el profeta Ageo, que empezó a profetizar dos meses antes que él, y el sumo sacerdote Josué. Animó al pueblo a arrepentirse, recalcó que el gobierno de Dios contrasta con el poder militar – «No por la fuerza ni por el poder, sino por Mi espíritu» (4:6)- y subrayó que los días de ayuno ritual no tienen valor si no van acompañados de una mejora espiritual.