Rebeca destaca por su extraordinaria bondad cuando se encontró con el criado de Abraham en un pozo de Harán y le dio de beber a él y a todos sus camellos (Génesis 24). Rebeca comprendió el poder de la oración y, aquejada de esterilidad, pidió a Dios que le concediera hijos (Génesis 25:21). Comprendió que Jacob merecía ser bendecido en lugar de Esaú, y ayudó a Jacob a engañar a su padre para que le concediera las bendiciones (Génesis 27).