Con la ayuda de Dios, Moisés salvó a los israelitas de la esclavitud egipcia y los guió durante los cuarenta años en el desierto. Tenía una relación sin igual con Dios, en la que se comunicaban cara a cara, y era conocido por ser extremadamente humilde (Números 12). La piedad y humildad de Moshé hicieron de él una persona querida por su pueblo y un modelo para todas las generaciones futuras.