La porción bíblica de Bamidbar describe el primer censo de los hijos de Israel. Una de las instrucciones de Dios a Moisés fue que no contara a la tribu de Leví entre las demás tribus. Debían ser contados por separado. Más tarde, una vez completado el censo de todos los demás, Dios ordenó a Moisés que contara a los levitas.
Pero justo antes de la orden de Dios de contar a los levitas, Dios dijo a Moisés lo siguiente:
Más adelante en el capítulo, después de contar a los levitas, se ordenó a Moisés que contara a los primogénitos de las otras tribus y los cambiara por los levitas. En otras palabras, a cada primogénito de las otras tribus se le transferiría su condición sacerdotal a un levita. Como había más primogénitos que levitas, los primogénitos restantes que no hubieran sido emparejados con un levita debían ser canjeados por cinco siclos de plata. (3:40-51) Esta redención por cinco siclos de plata es la norma hasta nuestros días. Los primogénitos varones de cualquier familia no levita son redimidos de un kohen -sacerdote de la descendencia de Aarón- por cinco siclos de plata.
Según este pasaje, Dios eligió a los primogénitos de Israel la noche en que «derribó a todo primogénito en la tierra de Egipto». Más tarde eligió a los levitas para sustituir a los primogénitos de Israel. Así pues, los levitas fueron elegidos para realizar los diversos servicios en el Tabernáculo y para cuidar de él durante los viajes. Rashi (sigloXI en Francia), el más grande de todos los comentaristas judíos, explica:
Pues el servicio lo hacían los primogénitos, pero cuando pecaron ante el Becerro de Oro fueron descalificados, y en su lugar se eligió a los levitas que no adoraban la idolatría. (Rashi, Números 3:12).
Resumamos lo que hemos visto en estos versículos con la ayuda de Rashi. Los primogénitos varones fueron elegidos originalmente para la función sacerdotal en Israel. Fueron seleccionados la noche de la plaga de los primogénitos, cuando todos los primogénitos egipcios fueron asesinados. Más tarde, debido a su papel en el pecado del Becerro de Oro, perdieron esta condición. Fueron sustituidos por los levitas, que no pecaron.
Para comprender plenamente esta compleja cuestión, examinemos los dos acontecimientos mencionados: la plaga de los primogénitos y el pecado del Becerro de oro.
La plaga de los primogénitos
Repasemos los acontecimientos de aquella gran noche histórica. La noche anterior al Éxodo de Egipto, exactamente a medianoche, Dios mató a todos los primogénitos varones de Egipto, excepto a algunos primogénitos de Israel. Los israelitas que acataron la orden de Dios fueron perdonados. Si se sacrificaba la ofrenda pascual y se ponía la sangre en los postes y el marco de la puerta de la casa, el primogénito de esa casa quedaba a salvo. Este cordero pascual fue la primera ofrenda sacrificial que trajo el pueblo judío en su historia como nación. Aunque todos los hijos de Israel comían de la ofrenda, el sacrificio pascual tenía un significado mucho mayor para los primogénitos. Para ellos, la correcta ejecución de las órdenes de Dios era una cuestión de vida o muerte.
La verdad es que todo sacrificio es una cuestión de vida o muerte, al menos simbólicamente. El significado que subyace a todos los sacrificios de animales es que el que trae el sacrificio debe identificarse con el animal y darse cuenta de que, idealmente, es él, y no el animal, el que merece ser ofrecido a Dios. El paradigma ilustrativo de esta idea es la atadura de Isaac por Abraham en Génesis 22. Abraham estaba dispuesto a sacrificar a su hijo, que fue sustituido por un carnero. Cuando se realizó el sacrificio pascual en Egipto, esta idea de que la ofrenda sirve de sustitución y redención de la vida de la persona fue, sin duda, sentida más profundamente por los primogénitos de Israel. Al fin y al cabo, para ellos se trataba realmente de la muerte de un cordero o de su propia muerte.
Teniendo en cuenta este telón de fondo, era natural que fuera el primogénito de cada familia quien llevara a cabo el sacrificio del animal y el untado de sangre de los postes de la puerta. Rashi aludió a ello al afirmar que el servicio lo habían realizado anteriormente los primogénitos. Puesto que no hubo otros sacrificios ofrecidos por Israel antes del pecado del Becerro de Oro, ¿qué otra cosa podía querer decir Rashi cuando escribió que, antes de ese pecado, el servicio era realizado por los primogénitos de Israel? Al decretar la muerte de los primogénitos de cualquier familia que no realizara la ofrenda pascual, Dios creó una situación en la que los primogénitos de Israel se convirtieron en el objetivo principal y los ejecutores del primer servicio sacrificial de los Hijos de Israel a Dios, la ofrenda pascual. Mediante este proceso, los primogénitos fueron elegidos para el servicio del Templo.
Después de que Moisés descendiera del monte Sinaí, viera el Becerro de Oro y rompiera las tablas, se puso manos a la obra para rectificar la situación. La primera tarea de Moisés fue ver quién seguía siendo leal a Dios y quién no.
En un momento en que se ponía a prueba la lealtad a Dios, los levitas se distinguieron. Es apropiado que se les recompense con una relación especial con Dios. Además, basándonos en lo que hemos escrito anteriormente, podemos afirmar que los más culpables del pecado del Becerro de Oro fueron los propios primogénitos.
La Biblia nos dice que el Becerro de Oro fue adorado con «ofrendas de elevación y ofrendas de paz» (Éxodo 32:6). Podemos suponer con seguridad que los primogénitos -que el pueblo ya consideraba que desempeñaban una función sacerdotal- habrían sido los oficiantes de este culto pagano. Además, todos los príncipes de las tribus eran primogénitos varones. En la cultura de aquella época, el primogénito de una familia era una figura de autoridad. Evidentemente, si el pueblo cometía colectivamente un pecado tan grave, los primogénitos -el liderazgo natural y aceptado de la comunidad- debían ser los principales responsables.
Si el estatus de los primogénitos había sido despojado, ¿por qué era necesario redimirlos por cinco siclos de plata? Dios podría haber dicho simplemente que había despojado a los primogénitos de su estatus especial y se lo había concedido a los levitas. Además, ¿por qué nos ordena la Biblia que continuemos con la redención ceremonial de los primogénitos no levitas hasta el día de hoy?
Me gustaría sugerir que la redención de primogénitos sirve a un propósito muy importante. Cualquier sistema de clases en una sociedad es una receta para las luchas intestinas. Cuando este sistema de clases se define exclusivamente por el linaje familiar, aumenta la posibilidad de que se produzcan tales luchas. La redención de cada primogénito varón en Israel sirve como recordatorio perpetuo de los orígenes del estatus especial de los levitas. Cada vez que se redime a un primogénito, se nos recuerda que, idealmente, todas las familias y tribus debían tener el mismo estatus. La tribu de Leví no obtuvo su estatus injustamente. No lo adquirieron por la fuerza ni mediante la manipulación política. Se ganaron este estatus respondiendo a la llamada de Moisés y demostrando su devoción a Dios en tiempos de crisis.
Al mismo tiempo, a los primogénitos, que siguen siendo los líderes de sus tribus y familias, se les recuerda una época de liderazgo fallido.
Como líderes de la comunidad, se les recuerda para siempre que el liderazgo se otorga correctamente a quienes responden a la llamada: «¡Quien esté por Dios, que se una a mí!»
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