Déjà Vu y Nuevas Revelaciones

agosto 26, 2025
Nahal Prat in the Judean Desert, not far from my sons' school (Shutterstock.com)
Nahal Prat in the Judean Desert, not far from my sons' school (Shutterstock.com)

Hace un año, escribí sobre el comienzo de un nuevo curso escolar cuando mi hijo mayor empezó el instituto, un hito que sentí como un gran salto hacia la edad adulta. Creía comprender lo que significaba esa transición, las emociones que despertaría, las lecciones que enseñaría. Hoy he dejado a mi segundo hijo en el mismo colegio, caminando por los mismos pasillos, y sin embargo todo parece totalmente distinto. Esta experiencia me ha enseñado que, aunque el marco de los nuevos comienzos puede repetirse, cada viaje es profundamente único.

De pie en el mismo aparcamiento, viendo a mi segundo hijo adentrarse en su propia aventura en el instituto, me sorprende lo diferente que es este momento. Aunque el escenario es idéntico -el mismo instituto, la misma época del año, la misma mezcla paterna de orgullo y aprensión-, cada hijo aporta su propia esencia a este hito compartido. Verlos a ambos atravesar este mismo umbral me ha demostrado que no existe una única forma de crecer, ni un guión universal para convertirnos en lo que estamos destinados a ser.

Para los padres, estas transiciones repetidas -experimentar hitos similares con niños diferentes- evocan nuevas capas de comprensión. Descubrimos que nuestro orgullo y nostalgia, aunque familiares, adquieren matices distintos con cada hijo. La mezcla agridulce de ver cómo se nos escapa la infancia permanece, pero va acompañada de una apreciación más profunda de la individualidad de cada viaje. Cada niño nos enseña algo nuevo sobre la resiliencia, sobre el valor, sobre las muchas formas en que una persona puede enfrentarse al mundo.

Esta realidad de caminos únicos dentro de experiencias compartidas encuentra una bella expresión en la Torá a través de la historia de los hijos de Jacob. Cuando Jacob bendijo a sus doce hijos antes de morir, no les ofreció bendiciones idénticas ni destinos idénticos. En cambio, reconoció la naturaleza y el potencial distintos de cada hijo. A Iehudá le habló de liderazgo y fuerza:

A Benjamin le ofreció imágenes diferentes:

Cada bendición reconocía no sólo sus características individuales, sino su papel único en la historia más amplia de su pueblo.

Jacob comprendió lo que yo estoy aprendiendo como padre: que incluso dentro de la misma familia, viajando hacia el mismo destino, cada persona debe recorrer su propio camino. Las tribus que surgieron de estos hijos aportarían cada una algo distinto a la nación de Israel: distintas fuerzas, distintas perspectivas, distintos dones. Su diversidad no era un defecto que hubiera que corregir, sino un designio que había que celebrar.

Como los hijos de Jacob, mis hijos están creciendo hacia sus propias identidades, cada uno recorriendo su propio camino hacia la edad adulta. Aunque comparten los mismos cimientos y valores familiares, cada uno aportará algo distinto a nuestra historia familiar y al mundo exterior. Ambos viajes son válidos, ambos son necesarios, ambos son hermosos a su manera.

El comienzo de este curso escolar coincide una vez más con el mes hebreo de Elul, ese tiempo de renovación y preparación antes de Rosh Hashaná (Año Nuevo judío). Pero vivir Elul por segunda vez como padre de alumnos de secundaria me ha dado una nueva percepción de su significado. Elul no trata sólo de la introspección individual, sino también de reconocer cómo el viaje único de cada persona contribuye al todo. Igual que cada uno de los hijos de Jacob tuvo un papel distinto en la formación de la nación de Israel, cada uno de nuestros hijos tiene un papel único que desempeñar en nuestras familias y comunidades.

La reflexión de Elul de este año incluye la gratitud por la diversidad de viajes que emprenden nuestros hijos. Cada niño nos enseña algo nuevo sobre lo que significa convertirse en lo que están destinados a ser, sobre las muchas formas en que puede manifestarse el valor, sobre las diferentes formas que puede adoptar la fuerza.

Cada nuevo comienzo es un regalo, pero los nuevos comienzos repetidos nos enseñan aún más. Nos demuestran que las lecciones más importantes de la vida no se producen en momentos únicos de revelación, sino en las pautas que descubrimos a través de múltiples experiencias. Nos enseñan que, aunque el marco del crecimiento puede ser universal -todos nos enfrentamos a la incertidumbre, todos necesitamos valor, todos debemos aprender a confiar-, la expresión de ese crecimiento es profundamente personal.

Mientras navegamos por estos ciclos recurrentes de nuevos comienzos, no sólo nos llevamos nuestra propia sabiduría acumulada, sino una apreciación de las muchas formas diferentes en que puede desarrollarse la sabiduría. Al ver a nuestros hijos encontrar sus caminos únicos dentro de los hitos compartidos, descubrimos que el mayor regalo que podemos ofrecerles no es un modelo único de éxito, sino la confianza para llegar a ser exactamente quienes están destinados a ser.

Que esta estación de nuevos comienzos traiga un crecimiento que honre tanto nuestra humanidad compartida como nuestros dones individuales. Que encontremos valor en la incertidumbre y sabiduría en la hermosa diversidad de caminos que nos llevan a casa.

Shira Schechter

Shira Schechter is the content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. She earned master’s degrees in both Jewish Education and Bible from Yeshiva University. She taught the Hebrew Bible at a high school in New Jersey for eight years before making Aliyah with her family in 2013. Shira joined the Israel365 staff shortly after moving to Israel and contributed significantly to the development and publication of The Israel Bible.

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