Jerusalén y la Iglesia: Nuestra vocación de tender puentes entre dos mil años de división

mayo 5, 2025
Happy girl at the beach in Israel (Shutterstock.com)
Happy girl at the beach in Israel (Shutterstock.com)

Todo el mundo busca la felicidad. Algunos la persiguen a través del dinero, otros a través del poder, la comodidad o el placer. Pero he aquí el pequeño y sucio secreto de nuestra generación: cuanto más nos obsesionamos con buscar la felicidad, más desgraciados somos. Nunca hemos tenido tanto acceso a la comodidad, el confort y el entretenimiento, y sin embargo la depresión, la ansiedad y el suicidio se están disparando. Algo está profundamente roto.

No sufrimos por falta de placer, sino por falta de propósito. No estamos hambrientos de estímulos, sino de que nos necesiten. Estamos hartos de ser consumidores. Queremos contar. Queremos que nuestras vidas importen.

El rabino Abraham Joshua Heschel, uno de los teólogos judíos más importantes del siglo XX, lo expresó así: «Los animales se contentan cuando satisfacen sus necesidades», escribió. «Pero el hombre insiste no sólo en estar satisfecho, sino también en poder satisfacer: en ser una necesidad, no sólo en tener necesidades». En otras palabras, la verdadera felicidad no consiste en lo que recibimos, sino en lo que estamos llamados a dar.

Esto nos lleva a una pregunta vital: ¿Qué necesita Dios de mí en este mundo?

La respuesta de Heschel es tan audaz como liberadora: «El hombre es una necesidad: es una necesidad de Dios». Dios, infinito y perfecto, quiere algo de nosotros. El Creador nos ha confiado una responsabilidad real. Nuestras vidas no carecen de sentido. No fuimos arrojados al azar a este mundo. Fuimos enviados con un propósito.

Pero, ¿cómo aprovechamos ese sentido de propósito? La respuesta no es instantánea. No es una chispa de inspiración ni una cita viral. El propósito, como los cultivos en el campo, debe plantarse, regarse, cuidarse y cosecharse con el tiempo. Esto no es espiritualidad de Instagram. Es la vida real.

El rey David escribió en el libro de los Salmos:

La palabra hebrea para «resplandor» en este versículo es simcha, que significa alegría. La luz no aparece sin más. La alegría no cae del cielo. Se siembran. Requieren trabajo. Arar. Sembrar. Cuidar. Desherbar. Esfuerzo antes y esfuerzo después. Eso es lo que exige la verdadera alegría.

Es una mentira peligrosa de la cultura moderna que la felicidad sea un derecho. Que puedes desplazarte hacia el sentido o tropezar con la plenitud. La Biblia no está de acuerdo. Simcha -la alegría-se gana. Se cultiva respondiendo a la llamada del Cielo, discerniendo dónde te necesitan y levantándote para satisfacer esa necesidad.

Esto no es teoría. No es teología abstracta. Es una acusación.

Toda alma humana debe preguntarse: ¿Por qué me han puesto aquí? ¿Cuál es la misión para la que Dios me envió a este mundo? Esa misión será personal, única para cada uno de nosotros. Pero también hay misiones que pertenecen a generaciones enteras, llamadas que trascienden cualquier vida individual. Y creo, con cada fibra de mi ser, que hemos nacido en una época así.

A nuestra generación se le ha encomendado una tarea que no se le ha confiado a ninguna antes que a nosotros. No se trata simplemente de leer las Escrituras, sino de vivirlas. No se trata sólo de honrar el pasado, sino de sanar lo que lleva roto dos mil años.

Nosotros -judíos y cristianos- hemos sido llamados a reparar la mayor ruptura de la historia religiosa. Durante siglos, la relación entre nuestros dos pueblos ha estado marcada por la arrogancia teológica, el resentimiento, la persecución y la sangre. Pero ése no es nuestro destino. Ésa no es nuestra herencia. No estamos aquí para prolongar antiguos odios: estamos aquí para acabar con ellos.

Ante una oscuridad creciente -el extremismo islamista, el progresismo woke y el antisemitismo de derechas-, tenemos una misión sagrada: permanecer unidos. No para aplanar nuestras diferencias, sino para reconocer que Dios nos llama a permanecer codo con codo en defensa de Su verdad, Su Palabra y Su tierra.

Hay alegría en ello. Nunca me he sentido más vivo, nunca me he sentido más realizado, que en esta labor sagrada: unir a judíos y cristianos en un propósito común, en la lealtad a la Biblia y en la defensa de Israel. He sentido lo que Heschel quiso decir cuando afirmó: «La felicidad… es la certeza de ser necesitado».

Por eso te pregunto directamente: ¿Te necesitan?

Sí, el Dios vivo de Israel te necesita. Nos ha confiado a ti y a mí un papel que desempeñar en el desarrollo de la redención de Su pueblo y de Su tierra. Esto no es una fantasía espiritual. Es una realidad profética. Se nos necesita.

Por eso te insto a que participes en la campaña anual de Israel365 este mes de mayo-«Sé una Luz para Israel.» No se trata sólo de una campaña de recaudación de fondos. Es un movimiento de redención. Tras dos mil años de separación, judíos y cristianos están codo con codo, educando, defendiendo y dando para restaurar la verdad bíblica en un mundo ahogado en mentiras.

Gracias a tu apoyo, se está formando a jóvenes líderes cristianos para defender a Israel en los campus universitarios. Los cristianos reflexivos están descubriendo las raíces hebreas de la Biblia. Los judíos empiezan a superar su miedo a entablar amistad con la comunidad cristiana. Cristianos y judíos están despertando a su vocación común: no observar la historia, sino hacerla.

Como escribió Isaías: «Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz, y la gloria del Señor se eleva sobre ti» (Isaías 60:1). En la hora más oscura de Israel, tu luz es lo más importante.

Así que levántate. Sé la luz. Siembra las semillas de la alegría que sólo proviene de vivir para algo más grande que tú mismo. Se te necesita, no algún día. Ahora.

Conviértete hoy en una Luz para Israel.

Rabbi Elie Mischel

Rabbi Elie Mischel is the Director of Education at Israel365. Before making Aliyah in 2021, he served as the Rabbi of Congregation Suburban Torah in Livingston, NJ. He also worked for several years as a corporate attorney at Day Pitney, LLP. Rabbi Mischel received rabbinic ordination from Yeshiva University’s Rabbi Isaac Elchanan Theological Seminary. Rabbi Mischel also holds a J.D. from the Cardozo School of Law and an M.A. in Modern Jewish History from the Bernard Revel Graduate School of Jewish Studies. He is also the editor of HaMizrachi Magazine.

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