Jonás recibió la profecía de viajar a la capital asiria de Nínive y advertir a sus habitantes que se arrepintieran. Jonás intentó escapar a esta misión embarcando en el puerto de Jaffa. Tras una gran tormenta y ser engullido por dos peces, Dios vuelve a poner a Jonás en camino. Jonás advierte entonces a la ciudad de Nínive de su inminente destrucción. Milagrosamente, el pueblo de Nínive se arrepiente. Después, Jonás cuestiona los caminos de Dios, y Dios afirma que cuida de todas Sus creaciones. Según una tradición, Jonás fue el niño devuelto a la vida por el profeta Elías en I Reyes 17:19-24. Otra tradición afirma que era el hijo de la mujer de Sunem devuelto a la vida por Eliseo en II Reyes 4:32-37 y que se le llama «hijo de Amittai» (verdad) debido a que su madre reconoció la identidad de Eliseo como profeta.