¿Qué dirías si supieras que estás a punto de morir? Probablemente no quieras «imaginártelo», pero imagina por un momento que estás a unos segundos de la muerte y es el momento de decir tus últimas palabras. ¿Cuáles serían? ¿»Te quiero», a tu familia más cercana? O «Lo siento», quizá como una oportunidad de arrepentimiento de última hora. Para dos héroes judíos, sus últimas palabras fueron idénticas: las palabras de la oración del Shemá. «Escucha, Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno».
Éstas fueron las últimas palabras susurradas por los labios de Roi Klein, un joven soldado israelí asesinado en Líbano en 2006, y del venerado erudito bíblico Rabí Akiva, torturado hasta la muerte por los romanos en el siglo II de nuestra era. A pesar de estar separados por 2.000 años, sus últimas palabras revelaron lo mismo:
Tanto Roi Klein como el rabino Akiva tenían un compromiso inquebrantable con su fe y una declaración perdurable de la superioridad de Dios. Algo que creo que todos deberíamos aspirar a llevar a nuestra vida cotidiana.
Roi Klein es un héroe muy conocido entre los israelíes. En la última década, muchos padres, entre ellos algunos de mis propios amigos, han llamado a sus hijos «Roi» en honor a este héroe moderno, con la esperanza de que sus hijos encarnen su valor y dedicación a Israel. Pero, ¿quién era el verdadero Roi?
En el verano de 2006, Roi era un soldado de 31 años que servía en la Brigada Golani durante la Guerra del Líbano de 2006. Como muchos hombres y mujeres de Israel, Roi estaba en la reserva, una función en la que los ex soldados pueden ser llamados al servicio activo en caso de necesidad.Forma parte de una responsabilidad colectiva que los israelíes sienten hacia su país.
Además de estar en el ejército, Roi también estaba casado. Él y su mujer tenían dos hijos pequeños, y les esperaba una vida plena y emocionante. Pero todo cambió el 26 de julio.
Aquel día, la unidad de Roi estaba librando un encarnizado combate contra terroristas en el pueblo de Bint Jbeil. De repente, lanzaron una granada por encima del muro en el que se encontraba la unidad de Roi. Sin dudarlo, Roi se lanzó sobre la granada, absorbiendo la explosión con su cuerpo para salvar a sus compañeros. Su unidad incluso intentó evacuarle tras la explosión, haciendo todo lo posible por salvarle la vida. Pero Roi insistió en que centraran sus esfuerzos en otros soldados heridos. Sabía que había llegado su hora. Mientras agonizaba, sus últimas palabras fueron el antiguo versículo bíblico y la oración judía,
El valor desinteresado de Roi salvó muchas vidas y dejó una huella permanente en Israel. No sólo hay niños israelíes que llevan su nombre, sino que escuelas de todo el país llevan su nombre. La historia de Roi es un poderoso recordatorio de los valores del deber, el sacrificio y la fe profundamente arraigados en el espíritu israelí.
Casi dos milenios antes de la heroica muerte de Roi Klein, tuvo lugar otro acto de martirio judío en circunstancias espantosas. El rabino Akiva, uno de los mayores sabios de la historia judía, fue ejecutado por los romanos por enseñar la Biblia y encarnar el orgullo judío.
Durante la ocupación romana de Judea en el siglo I -en el actual Israel- se restringieron las prácticas religiosas judías y se prohibió enseñar la Biblia. A pesar de los riesgos, Rabí Akiva siguió enseñando. Su desafío condujo a su detención y tortura.
Según la tradición judía, mientras Rabí Akiva era torturado, recitaba el Shemá, afirmando su fe en Dios incluso ante la muerte. También este martirio se ha convertido en un símbolo de resistencia y dedicación espirituales.
Las historias de Roi Klein y Rabí Akiva están separadas por miles de años, pero unidas por un hilo común: sus últimas palabras, «Shemá Yisrael». Esta oración, central en la creencia judía, declara la unicidad de Dios y es recitada diariamente por el pueblo judío en todo el mundo. Para Roi Klein y el rabino Akiva, el Shemá era algo más que una oración; era una declaración de fe e identidad, incluso en sus últimos momentos.
Hay otro vínculo interesante entre los dos hombres y lo que defendían. Una de las enseñanzas más famosas de Rabí Akiva se basaba en un versículo del Levítico:
Rabí Akiva solía decir (metafóricamente) sobre este versículo que el resto de la Biblia no son más que detalles, y que de todos los mandamientos que uno puede seguir, el modo en que trata al prójimo es de la máxima importancia. Cuando observas estas dos historias heroicas, la del rabino Akiva y la de Roi Klein, los ves declarando su amor a Dios y al prójimo.
Roi Klein salvó a sus compañeros soldados sin vacilar en un acto de amor y devoción. Sus últimas palabras afirman que su fe -la Biblia y todo lo que defendía- era lo más fiel a su corazón.
Rabí Akiva murió mártir para que sus alumnos no tuvieran que hacerlo. Estudió la Biblia y murió con sus palabras en los labios. Tomó partido por sus discípulos y por las generaciones venideras: quería darles un mundo en el que pudieran ser libremente quienes eran.
Las «historias de héroes» de hoy nos recuerdan que el verdadero heroísmo no consiste sólo en la valentía física, sino también en la fuerza del espíritu y la convicción. En nuestros tiempos, un tanto cínicos, un idealismo tan puro puede parecer chocante o incomprensible, sobre todo en contraste con el venenoso cultismo de los manifestantes de los campus universitarios y sus compinches de Hamás. Pero al considerar las historias de Roi Klein y del rabino Akiva, nos vemos obligados a examinar aquello por lo que nosotros mismos estaríamos dispuestos a dejarlo todo. Sus legados nos recuerdan que debemos considerar lo que realmente importa y luego encontrar el valor para vivir nuestras vidas con integridad y fe en Dios.
Este artículo es la tercera parte de una serie de siete semanas sobre Personas Heroicas en la Actualidad y en los Tiempos Bíblicos.
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