Cuando cumplí doce años, celebré un Bat Mitzvah. Una ceremonia de mayoría de edad en el judaísmo. Los niños judíos celebran este hito a los trece años, y las niñas judías suelen celebrarlo a los doce. El Bar y el Bat Mitzvah simbolizan la entrada oficial en la edad adulta y, en un plano más práctico, la obligación oficial de empezar a cumplir íntegramente los mandamientos bíblicos. Una de las cosas especiales que hice para celebrar mi Bat Mitzvah fue hornear jalá para mi comunidad, y como horneé tanta jalá (¡70 bocas requieren mucha masa!), participé en el mandamiento especial de Hafrashat Jalá, o separar la jalá. Mi primer mandamiento oficial como mujer judía. Pero parte de lo que hizo que este momento fuera tan especial para mí fue que mi cumpleaños hebreo se corresponde en realidad con la porción semanal de la Biblia, leída en Sabbath, en la que leemos sobre el mandamiento especial de separar la masa. No sólo estaba participando en un mandamiento único, sino que además podía hacerlo en honor de mi duodécimo cumpleaños. Aún hoy recuerdo este momento con cariño, y con regularidad, ya que cada semana horneo jalá para mi familia. Hay algo espiritual y divino en amasar la masa, separar la jalá, esperar a que suba la levadura, trenzarla y servirla a mi familia cada Shabat. No es sólo pan, sino un pan que nos une a la Biblia y a la tierra de Israel.
Pero, ¿en qué consiste el mandamiento de tomar jalá y por qué es tan importante? Tan importante que es algo que los judíos de todo el mundo siguen haciendo hoy en día.
Cuando pensamos en la jalá, la mayoría nos imaginamos los hermosos panes trenzados que adornan las mesas de Shabat. Sin embargo, antes de comer este delicioso pan, hay un mandamiento que se cumple durante la cocción del propio pan. La mitzvah (mandamiento) de «tomar jalá» transforma nuestra elaboración cotidiana del pan en un ritual sagrado, que nos recuerda nuestra conexión con la Divinidad.
El acto de «tomar la jalá» se refiere a separar una pequeña porción de masa antes de hornear el pan. Este mandamiento tiene su origen en la Biblia, donde Dios ordena a los israelitas:
Tradicionalmente, este trozo de masa separada se entregaba a los kohanim (sacerdotes) como forma de sustento. Hoy en día, como no tenemos Templo, quemamos los trozos separados.
La obligación de tomar la jalá se aplica cuando se utiliza una cantidad importante de harina, normalmente cuando se hornea con 1,6 kg (3,5 libras) o más. Después de amasar la masa, pero antes de darle forma de hogaza, recitamos una bendición: «Bendito seas, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, que nos has santificado con Tus mandamientos y nos has ordenado separar la jalá». A continuación, se separa un pequeño trozo de masa (del tamaño de una aceituna aproximadamente), se declara «jalá» y se quema, normalmente envuelto en papel de aluminio y metido en el horno.
Aunque los aspectos prácticos de tomar jalá son sencillos, sus implicaciones espirituales son profundas. Al separar una porción de nuestra masa, reconocemos que todo lo que tenemos procede de Dios. Es un recordatorio tangible de que no somos los dueños últimos de nuestras posesiones, sino administradores a quienes se ha confiado su cuidado. Este acto de devolver, aunque sea simbólicamente, cultiva una actitud de gratitud y humildad. Es similar a dar caridad o el diezmo.
¡Los Sabios enseñan que tomar jalá eleva todo el lote de masa! Y no me refiero sólo a cómo se eleva literalmente la masa. Al dedicar una pequeña porción a un fin sagrado, infundimos a toda la hogaza un significado espiritual. Este concepto nos recuerda que tenemos el poder de santificar los aspectos mundanos de nuestra vida mediante acciones e intenciones conscientes. Es una poderosa metáfora de cómo incluso nuestras acciones más pequeñas pueden tener efectos de gran alcance, transformando no sólo una hogaza de pan, sino potencialmente todo nuestro enfoque de la vida.
Curiosamente, los sabios sugieren que la mitzvah de la jalá sirve como un tikkun (rectificación) por el pecado de Eva en el Jardín del Edén. Según una interpretación, ¡el fruto prohibido era en realidad trigo! Al separar la jalá, tenemos la oportunidad de elevar y rectificar ese error, participando en el proceso continuo de tikkun olam (reparación del mundo).
A menudo se considera que el pan es el alimento básico del sustento físico. Al incorporar un acto espiritual a su preparación, reconocemos que los seres humanos no vivimos sólo de pan. Necesitamos tanto alimento físico como espiritual para prosperar. Tomar challah nos recuerda que debemos atender a ambos aspectos de nuestro ser, aportando santidad al acto mismo de preparar nuestro pan cotidiano.
¿Un último «trozo» interesante de este mandamiento? Es el único mandamiento específico de la tierra de Israel que se sigue cumpliendo, ¡fuera de la tierra de Israel en la actualidad! Por ejemplo, un granjero judío de Milwaukee no deja «descansar» su granja cada siete años, según las leyes de Shemitá. Se trata de un mandamiento que sólo se cumple en Israel. Pero no ocurre lo mismo con la separación de la jalá.
Aparte de las hermosas conexiones espirituales de la «toma de la jalá», ¿qué tiene de único que pueda hacerse cuando no hay Templo y fuera de las fronteras de Israel?
Esta aplicación universal de separar la jalá es un recordatorio constante de nuestra conexión con la Tierra de Israel, independientemente de dónde nos encontremos. Es como si cada vez que separamos la jalá, estuviéramos pisando metafóricamente suelo israelí, participando en un ritual que nos vincula a nuestra patria ancestral. Los rabinos instituyeron esta práctica para ayudar a mantener una conexión tangible y cotidiana con Israel para los judíos que viven en la diáspora, manteniendo vivas la esperanza y la intención de un eventual retorno a Israel.
Mediante este sencillo pero poderoso acto, conectamos con generaciones pasadas y futuras, todos unidos en la sagrada tarea de hacer extraordinario lo ordinario.
La Biblia hebrea es un libro muy grande: en realidad, 24 libros, para ser exactos. Estudiarla puede resultar muy abrumador. ¿Por dónde empezar?
La Biblia de Israel Plus elimina el estrés del estudio de la Biblia, permitiéndote centrarte en la tarea más importante: la propia Biblia. Haz clic aquí ¡para llevar aún más Biblia a tu vida!