El capítulo quinto de Isaías presenta una de las parábolas más famosas de la Biblia, conocida como el canto de la viña. En ella, Isaías reúne al pueblo para juzgar a una viña desobediente. A pesar de los esfuerzos del propietario por cuidar la viña que ama (metáfora del cuidado de Dios por los Hijos de Israel), ésta produce uvas inmaduras. Por ello, el propietario anuncia que derribará los muros que protegen la viña de las espinas y otros peligros del bosque. Con un hermoso juego de palabras, Isaías afirma que, aunque los hombres de Judá son «las plántulas que Él cuidó amorosamente», en lugar de ‘justicia’, en hebreo mishpat (משפט), causaron ‘injusticia’, mispach (משפח). En lugar de ‘equidad’, tzedaka (צדקה), causaron ‘iniquidad’, tza’aka (צעקה) (versículo 7). Por tanto, Dios retirará Su protección de Israel y permitirá la entrada de sus enemigos.
Como en esta metáfora, las uvas y los viñedos desempeñan un papel destacado en todo el Tanaj, o Biblia hebrea. Las primeras plantas cultivadas que se mencionan en la Biblia fueron las vides: «Noaj, el labrador de la tierra, fue el primero en plantar un viñedo» (Génesis 9:20), y las uvas se mencionan más que cualquier otra fruta en toda la Biblia hebrea. Cuando Moisés envió a los 12 espías a explorar la Tierra de Israel, el libro de los Números (13:23) recoge que regresaron con una muestra de uvas tan grande que tuvo que ser transportada en palos por hombres fuertes, imagen utilizada como logotipo del Ministerio de Turismo de Israel.
Las uvas, como cada una de las otras siete especies agrícolas especiales por las que se alaba a la Tierra de Israel (Deuteronomio 8:8), son simbólicas del Pueblo de Israel. Los Sabios enseñan que la vid es el más débil y humilde de los árboles, pues carece incluso de tronco. Y para producir vino, que se sirve en los banquetes reales, las uvas se aplastan bajo los pies. Del mismo modo, el pueblo judío es una nación pequeña y modesta. A menudo es aplastado y pisoteado por otros, pero al final será elevado a la realeza. Además, las uvas más grandes cuelgan en la parte inferior del racimo, de forma similar a los grandes líderes, como Moisés, que se comportan con gran humildad (véase Números 12:3).
El autor contemporáneo rabino Natan Slifkin explica que las uvas también pueden arrojar luz sobre la cuestión de por qué les ocurren cosas malas a las personas buenas. Explica que las uvas deben ser totalmente aplastadas, ya sea bajo los pies o en una prensa, para producir un vino valioso. «Lo mismo ocurre con los justos. La difícil cuestión de cómo pueden ocurrirle cosas malas a la gente buena se resuelve en parte comprendiendo que es precisamente a través de las pruebas de sufrimiento como se hace fructificar el potencial latente.» Un mensaje de la uva es que el sufrimiento y las penurias no se conciben como meros castigos. Más bien, Dios espera que el dolor y la angustia acaben sacando lo mejor de las personas, e inspiren su retorno a Él.
Además, el rejuvenecimiento de los viñedos en Samaria, un milagro que tiene lugar hoy en día, también simboliza el retorno de la vida a Tierra Santa. De hecho, el profeta Miqueas utiliza la imagen de cada hombre de Israel sentado bajo su propia vid para describir el periodo de la futura redención (Miq 4,4).
Al igual que el procedimiento para producir vino a partir de uvas, la salvación llevará su tiempo. La elaboración del vino requiere un proceso que comprende varias etapas, como la laboriosa recolección, la trituración, la selección, la fermentación y, finalmente, la espera, antes de obtener el producto acabado. Lo mismo ocurre con la redención. Pero, al igual que ocurre con el buen vino, la espera merece la pena.