Me encanta Sucot. Déjame que te explique por qué: Hace el frío perfecto. 65 grados. Una noche despejada. Te pones un jersey cómodo y sales al aire fresco del otoño, donde tú y tu familia os reunís para una comida festiva. Hay pan challah caliente en la mesa, sopa de calabaza hirviendo a fuego lento (si eres de mi familia), sabroso pollo y una taza de té humeante para terminar la comida. Las estrellas se asoman entre las ramas de la sucá, y la luz de las velas parpadea con la brisa. El ambiente acogedor es sólo la mitad de lo que hace que esta fiesta sea tan especial. Durante ocho días, te sientas en este hogar improvisado, la sucá, con la familia y los amigos, rodeado de adornos que te recuerdan tanto la sencillez como la alegría de vivir.
Pero más allá de las comidas acogedoras y de la belleza de estar juntos, hay algo aún más profundo: Sucot y Sheminí Atzeret consisten en experimentar el amor de Dios de forma tangible. El amor que sentimos de Él, y que compartimos unos con otros, puede entenderse a través de los Cinco Lenguajes del Amor, conceptos que hablan de las formas universales en que damos y recibimos amor. Estos días de celebración son una conversación divina, llena de Palabras de Afirmación, Actos de Servicio, Recepción de Regalos, Tiempo de Calidad y Contacto Físico, tal como nos enseña la Torá.
Exploremos cómo Dios expresa Su amor a través de estos días sagrados, y cómo Sucot y Sheminí Atzeret nos ofrecen una hermosa manera de experimentar y compartir ese amor.
Palabras de afirmación
En el Levítico, la Biblia nos ordena «alegrarte ante el Señor, tu Dios, durante siete días».
El regocijo es una forma de afirmación, tanto de Dios hacia nosotros como de nosotros hacia Él. Son días en los que se nos anima a deleitarnos en la alegría de nuestra relación con la Divinidad, celebrando la protección que Él nos ofreció durante el peregrinaje por el desierto. A través del espíritu alegre de la fiesta, Dios afirma nuestro lugar en Su corazón, recordándonos que, independientemente de la fragilidad de nuestras moradas terrenales, Su amor es inquebrantable. El acto mismo de vivir en la sucá es una declaración de confianza, fe y afirmación de la constante presencia protectora de Dios.
También nuestras palabras adquieren un significado especial. Cada bendición que recitamos, cada canción de alegría que entonamos en la sucá, son afirmaciones de gratitud, fe y amor. Se convierten en una forma de verbalizar nuestra conexión con Dios y con los demás, amplificando la alegría que ordena Sucot.
Actos de servicio
Construir una sucá, sacudir las Cuatro Especies y recibir invitados (ushpizin) en nuestros hogares temporales son ejemplos de cómo expresamos el amor mediante actos de servicio durante Sucot. En Deuteronomio 16:13-15, Dios nos ordena celebrar y alegrarnos, no sólo por nosotros mismos, sino por la comunidad, incluidos «tu hijo y tu hija, tus siervos y tus siervas, el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda».
La fiesta nos llama a servir a los demás, a dar de nuestro tiempo, energía y recursos.
La preparación misma de Sucot -la construcción, la decoración y la cocina- se convierte en un profundo acto de servicio y amor, no sólo para nuestras familias, sino también para quienes invitamos a unirse a nosotros. Al servir a los demás durante este tiempo, reflejamos el servicio divino que Dios nos presta continuamente: una presencia constante e inquebrantable, que garantiza la satisfacción de nuestras necesidades.
Recibir regalos
Sucot es un tiempo de gratitud por los dones que recibimos, tanto de la tierra como del cielo. Las Cuatro Especies -lulav, etrog, mirto y sauce- representan la generosidad de la tierra, pero también simbolizan dones espirituales más profundos. En Levítico 23:39, Dios nos recuerda que le ofrezcamos los frutos de la cosecha, reconociendo que todo lo que tenemos procede de Su mano.
El acto de llevar estos dones ante Dios no es un mero ritual, sino un intercambio íntimo en el que reconocemos Su generosidad y, a su vez, recibimos las bendiciones espirituales que fluyen durante estos días santos.
Los regalos de Sucot no son sólo físicos; son emocionales y espirituales. La alegría de reunirse con los seres queridos, las bendiciones de la naturaleza y el tiempo dedicado a reflexionar sobre nuestra relación con Dios son regalos que recibimos durante este tiempo sagrado.
Tiempo de calidad
Quizá el más profundo de los lenguajes del amor durante Sucot y Sheminí Atzeret sea el Tiempo de Calidad. Toda la semana de Sucot se dedica a morar con Dios en la sucá, un hogar temporal donde las barreras entre el cielo y la tierra son delgadas. Pasamos tiempo con la familia y los amigos, pero también nos reservamos momentos de tranquilidad para estar simplemente en presencia de Dios, bajo Su cobijo.
Pero es Sheminí Atzeret, el día final, el que realmente personifica este lenguaje del amor. En Números, Sheminí Atzeret se describe como un día de asamblea, un día en el que Dios nos pide que nos quedemos un poco más.
Tras siete días de celebración comunitaria, Dios dice: «Quédate conmigo un día más». Éste es el corazón de Shemini Atzeret: un Padre amoroso que pide a Sus hijos unos preciosos momentos más juntos. Es el equivalente divino de saborear el tiempo con un ser querido antes de que deba partir.
Toque físico
Los rituales físicos de Sucot nos acercan a Dios de un modo muy tangible. Habitar en la sucá nos envuelve en santidad; sentimos la textura de las ramas sobre nosotros, olemos el aroma del etrog y sostenemos el lulav en las manos. En el Levítico se nos ordena vivir en la sucá durante siete días, abrazando el espacio físico que simboliza la protección divina. La propia sucá puede verse como un abrazo de Dios, un refugio de paz.
La sujeción de las Cuatro Especies, un acto físico de conexión con la naturaleza y con las bendiciones de Dios, es también una forma de tacto, un recordatorio de que vivimos en un mundo en el que lo físico y lo espiritual están entrelazados. En Sheminí Atzeret, hay una sensación de cercanía divina, pues Dios «nos retiene» un día más, como si no pudiera soportar dejarnos marchar todavía. Es un día sin los símbolos físicos del lulav y el etrog, pero sentimos la presencia de Dios de forma aún más palpable, como en un abrazo amoroso y espiritual.
Sucot y Sheminí Atzeret nos invitan a una relación rica y polifacética con la Divinidad, en la que cada uno de los Cinco Lenguajes del Amor se expresa de forma física y espiritual. Mediante palabras de afirmación, actos de servicio, recepción de regalos, tiempo de calidad y contacto físico, experimentamos el amor de Dios de formas tan antiguas como la Torá y tan relevantes como nuestra comprensión moderna del amor mismo. Estos días sagrados nos recuerdan que el amor de Dios no es distante ni abstracto, sino profundamente personal: nos habla en el lenguaje que mejor entiende nuestro corazón.
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