Esperar con fe

septiembre 25, 2024
Elkana Buchbut's Ice Cream Stall in the Tel Aviv Shuk remains closed and untouched until his release from Gaza where he is currently being held hostage.

Caminando por el bullicioso Shuk HaCarmel de Tel Aviv, el ambiente suele ser una sobrecarga sensorial de sonidos, olores y colores vibrantes. Pero entre los animados puestos, me encontré cara a cara con algo mucho más silencioso y pesado. Un único puesto cerrado llevaba un sencillo letrero: «Este quiosco pertenece a Elkana Buchbut, que sigue cautivo en Gaza». Elkana, padre, marido y querido vendedor de helados en el Shuk, fue secuestrado mientras trabajaba en el Festival de Música Nova el 7 de octubre de 2023.

Y en ese momento, el bullicioso mercado se desvaneció, y me quedé inmóvil, sintiendo el peso de lo que significa esperar el regreso de alguien.

El puesto cerrado no era sólo un espacio vacío: era un poderoso símbolo. Detrás de sus persianas había mercancías intactas, esperando el día en que Elkana volviera para reclamarlas. Este simple acto de guardar algo para otro transmitía un mensaje de esperanza y fe en el futuro. Me recordó temas más profundos de la Biblia hebrea, donde guardar algo para más tarde, para el eventual regreso de alguien, no es sólo un gesto práctico, sino espiritual, que nos enseña sobre el poder de la esperanza y la resistencia.

Un ejemplo de ello procede de la ley de las primicias, o Bikkurim (ביכורים), descrita en Deuteronomio 26. Se ordenó a los israelitas que recogieran los primeros frutos de su cosecha y los apartaran como ofrenda a Dios.

Este acto no consistía simplemente en dar, sino en guardar lo mejor de lo que tenían para algo más grande en el futuro. Al igual que el puesto de Elkana, esta práctica simbolizaba una creencia en el futuro, en algo que aún está por llegar. Habla del valor espiritual de guardar algo para más adelante, de mantener viva la esperanza mediante nuestras acciones, incluso cuando el resultado es incierto.

La Biblia también enseña la importancia de salvaguardar lo que pertenece a otra persona, como se ve en Deuteronomio 22, que ordena la devolución de los objetos perdidos. Si alguien encuentra un objeto perdido, debe guardarlo hasta que regrese su legítimo propietario.

No se trata sólo de objetos: se trata de respetar y preservar lo que pertenece a otra persona por el valor inherente a esa persona. Aunque alguien esté ausente, sus posesiones siguen ligadas a él, y es deber de la comunidad protegerlas. Al preservar el puesto de Elkana, su comunidad no se limita a salvaguardar su negocio de helados, sino que honra su valor, aferrándose a la creencia de que volverá para reclamar lo que es suyo.

Esta ley refleja una verdad más profunda: salvaguardar lo que pertenece a otro refleja la fe en su regreso. El puesto cerrado de Elkana representa algo más que un medio de vida interrumpido; es un símbolo de su presencia continuada, incluso en su ausencia. El acto de la comunidad de preservar su espacio dice: «Creemos en tu regreso». Es un reflejo de un principio bíblico más profundo que honra la dignidad de cada individuo y refuerza la creencia de que la ausencia de alguien no es su fin.

El tema de conservar algo para más tarde también está profundamente arraigado en las leyes de la tierra y la herencia en Levítico 25. La tierra debía permanecer dentro de las familias y las tribus, aunque sus propietarios no pudieran reclamarla inmediatamente.

La Biblia enseña que la tierra acabaría siendo devuelta a sus legítimos propietarios o a sus descendientes. Este principio hace hincapié en la creencia en el retorno, en la idea de que, incluso en tiempos de pérdida o separación, hay esperanza de restauración.

Este concepto de esperar, de aferrarse con confianza, habla profundamente de la verdad emocional y espiritual de la situación de Elkana. Su puesto en el shuk, cerrado pero lleno de sus pertenencias, es una esperanza silenciosa pero poderosa: que volverá, que su lugar está guardado para él, listo para cuando regrese. Es un recordatorio de que, incluso cuando algo o alguien nos es arrebatado, podemos conservar su espacio, sus pertenencias y su presencia en nuestras vidas. Cada vez que la Biblia nos indica que guardemos algo para otra persona, también nos está enseñando a conservar la esperanza, a creer en la continuidad de la vida, incluso en tiempos de ausencia.

Este concepto habla también de un mensaje mayor. Del mismo modo que se nos enseña a valorar las pertenencias de los demás en espera de su regreso, también se nos da una lección de fe en lo desconocido. La fe que debemos tener, debemos tenerla mientras esperamos. Esta fe se extiende más allá de las historias individuales para abarcar un anhelo colectivo de redención: la venida del Mesías y la eventual reunión de los exiliados en Israel algún día, y esperemos que muy pronto. Al conservar lo que pertenece a los demás y creer en su retorno, reflejamos nuestra arraigada esperanza de que un día todos los que han sido separados volverán a reunirse, restaurando la integridad de nuestra comunidad.

Un principio de la fe es la oración: Nuestra capacidad de comunicarnos con Dios. Si te inspira el poder de la oración comunitaria, ¡no te pierdas nuestro vibrante grupo de oración de WhatsApp para Israel! El rabino Rami Goldberg publica a diario vídeos e imágenes de la vida en Israel, con reflexiones basadas en la fe que invitan a pensar e inspiran a la oración. Este grupo es la forma perfecta de sentirse conectado con Israel a través de la oración diaria. Unámonos en apoyo de Israel. Únete a nuestro grupo de oración diaria aquí.

Sara Lamm

Sara Lamm is a content editor for TheIsraelBible.com and Israel365 Publications. Originally from Virginia, she moved to Israel with her husband and children in 2021. Sara has a Masters Degree in Education from Bankstreet college and taught preschool for almost a decade before making Aliyah to Israel. Sara is passionate about connecting Bible study with “real life’ and is currently working on a children’s Bible series.

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