Los niños hacen las preguntas más difíciles.
«¿A qué distancia está el cielo?»
Es sorprendente la frecuencia con que las respuestas pueden encontrarse en la Biblia o en fuentes judías. Pero en este caso, las fuentes dan dos respuestas totalmente contradictorias. Cuando Moisés se dirige a Israel antes de partir, clama al cielo:
Los sabios observan que cuando Moisés dijo: «Escuchad, cielos», se dirigía a los cielos con un nivel de intimidad como si estuvieran realmente cerca.
Pero más adelante en la Biblia, Isaías da a entender lo contrario.
Los sabios interpretan este versículo para entender que Isaías está describiendo los cielos como lejanos y la tierra como cercana.
Entonces, ¿cuál es? ¿Los cielos están lejos o están cerca?
¿LOS CIELOS ESTÁN LEJOS O CERCA?
Aún más extraño es que los sabios expliquen que la descripción de Isaías era una continuación del discurso de Moisés. Si Moisés se dirigió a todo Israel y describió los cielos como cercanos, ¿por qué Isaías, un gran profeta por derecho propio, los consideraría lejanos? Mosese llegó literalmente a los cielos. Estaba más cerca de Dios que ningún otro profeta. ¿Cómo podrían ser las palabras de Isaías una continuación de las de Moisés?
Los cielos representan la espiritualidad, mientras que la tierra representa la fisicalidad. Por tanto, podemos replantear nuestra pregunta de otro modo: ¿Debemos esforzarnos por trascender la tierra para acercarnos al cielo, o debemos buscar lo divino en la vida cotidiana?
Según el rabino Menajem Mendel Schneerson, conocido por muchos como el Rebe Lubavitcher, Isaías estaba describiendo en realidad un nivel incluso superior al de Moisés. Moisés estaba instruyendo a los Hijos de Israel para que se esforzaran por alcanzar el cielo. Isaías, retomando la instrucción donde la dejó Moisés, dice que, una vez que te acercas al cielo, debes traer el cielo de vuelta a la tierra. No basta con elevarse al cielo y desconectar de los acontecimientos mundanos. Más bien, debemos descubrir las profundidades de la espiritualidad en lo mundano aquí en la tierra.
Aunque es cierto que los hombres no pueden llegar físicamente al cielo, estudiando la Torá y siguiendo los mandamientos de Dios podemos conectar con el cielo. Y al hacerlo, elevamos lo mundano. No tenemos que elevarnos literalmente al cielo, sino que podemos traer el cielo a la tierra.