En honor del 75 aniversario de Israel, Israel365 se complace en lanzar una nueva serie de ensayos que desvelarán los secretos de la Biblia hebrea.
Extraído del próximo libro del rabino Akiva Gersh, 75 palabras hebreas que necesitas para entender la Bibliaestos ensayos iluminan la conexión entre palabras hebreas relacionadas, revelando secretos bíblicos sólo accesibles a través del hebreo.
Disfruta de la serie – ¡y feliz 75 cumpleaños al Estado de Israel!
אֱמֶת
EMET
EH-MET
LA VERDAD
כה אמר יהוה שבתי אל ציון ושכנתי בתוך ירושל͏ם ונקראה ירושל͏ם עיר האמת והר יהוה צבאות הר הקדש.
קרוב יהוה לכל קראיו לכל אשר יקראהו באמת.
Emet, «verdad» en hebreo, se compone de tres letras: alef, mem y tuf. Estas letras son, en orden, la primera, la central y la última del alfabeto hebreo. Los sabios enseñan que esto nos muestra cómo la verdad debe abarcar toda nuestra vida, desde el principio, pasando por el medio y hasta el final.
Dios quiere que seamos abiertos y veraces en nuestro servicio a Él. Como escribió el rey David en los Salmos: «Dios está cerca… de todos los que le invocan con verdad» (145:18). Dios no sólo desea nuestra gratitud o nuestra alabanza, sino que también quiere que compartamos todo por lo que estamos pasando, desde lo más profundo de nuestro corazón. Dios quiere que hablemos con Él como si habláramos con un mejor amigo. Quiere que compartamos la verdad de todo nuestro ser y que sepamos que será escuchada y recibida sólo con amor y compasión.
El profeta Zacarías llama a Jerusalén «la ciudad de la verdad», porque en Jerusalén sentimos y experimentamos la presencia de Dios de un modo tan poderoso y tangible que nos sentimos inspirados a vivir una vida guiada por la verdad de la palabra de Dios y la voluntad de Dios.
En el Salmo 15, el rey David pregunta: «¿Quién podrá morar en Tu tienda, quién podrá habitar en Tu monte santo?». Responde: «El que vive sin culpa, el que hace lo recto y en su corazón reconoce la verdad». La verdad se origina en el corazón. Desde ahí debe extenderse a nuestra forma de hablar y de actuar, de modo que alineemos todo nuestro ser con la verdad de la palabra de Dios.