En el capítulo 4 de Miqueas, el profeta Miqueas describe cómo será la vida en el momento de la redención definitiva. Al igual que Isaías (2:2-4), describe cómo el Monte del Templo se elevará por encima de todos los demás montes, y gentes de todas las naciones del mundo vendrán a buscar a Dios y a aprender Sus leyes.
Continúa con una predicción sobre la paz mundial, diciendo que todos los pueblos convertirán sus espadas en rejas de arado y que las naciones ya no conocerán la guerra, y luego describe cómo todos se sentarán pacíficamente bajo sus parras e higueras.
Los higos son una de las siete especies agrícolas que son productos especiales de la Tierra de Israel (Deuteronomio 8:8).
Se mencionan por primera vez en la Biblia al principio del Génesis (3:7), cuando Adán y Eva cubren su desnudez con hojas de higuera.
Durante el reinado del rey Salomón, todo Israel vivía en seguridad, «cada uno bajo su vid y bajo su higuera» (I Reyes 5:5), una frase que indica la prosperidad nacional y también demuestra que, en la tradición bíblica, la higuera sirve como símbolo de paz y tranquilidad. En este versículo, el profeta Miqueas promete la misma paz y tranquilidad en el tiempo de la redención.
Sin embargo, el higo tiene un significado más profundo que la prosperidad y la tranquilidad. Los Sabios enseñan que quien ve un higo en sueños tiene la seguridad de que no olvidará su aprendizaje de la Torá. Esto se debe a que la Torá se asemeja a un higo por varias razones. En primer lugar, dado que no todos los higos maduran al mismo tiempo en el árbol, siempre se encontrarán frutos en una higuera. Del mismo modo, uno siempre encontrará nuevo sabor y significado en la Torá que estudia. Además, como la mayoría de los demás árboles frutales dan fruto todos a la vez, los frutos se recogen todos juntos. Sin embargo, como los frutos de las higueras maduran lentamente con el tiempo, se recogen a medida que maduran. Del mismo modo, no se puede aprender toda la Torá en un día, sino que es un proceso que dura mucho tiempo.
Por último, a diferencia de otras frutas que tienen partes que no son comestibles, por ejemplo, los huesos de una manzana o un dátil, o los tallos de las uvas, el higo es único en el sentido de que se puede comer toda la fruta. Así también, cuando se trata de la Biblia no hay nada innecesario o superfluo, sino que hay significado en cada versículo y en cada matiz. En todos estos aspectos, la Torá se compara con un higo. Que nuestro estudio de la palabra de Dios sea siempre tan dulce como el fruto de un higo.